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LA HISTORIA DE SUPERACIÓN DE SUNTIA EN EL CENTRO DE NIÑAS DON BOSCO SIERRA LEONA

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Suntia es una joven de origen nigeriano que se trasladó con su familia a Sierra Leona y que se vio obligada a mendigar cuando era menor para sostener a su familia. Los abusos de su padre la llevaron a acudir a la Policía y fue remitida al Centro para Niñas Don Bosco, donde no sólo encontró seguridad y cariño, sino que le gustó la lectura y pudo estudiar. Ahora, su sueño es regresar a Don Bosco pero como trabajadora para ayudar a otras menores a superar sus traumas y tener un futuro lleno de oportunidades. Ésta es su historia.

Me llamo Suntia Ronald, nigeriana de origen. Entré en contacto con Don Bosco cuando estaba pasando momentos difíciles con mi padre. Esto venía pasando desde que estábamos en Nigeria y continuó ocurriendo incluso cuando llegamos a Sierra Leona. Al principio nos alojamos en una casa de alquiler y yo vendía diversos artículos para mantenernos y pagar el alojamiento. Después estuve mendigando con un cartel que suplicaba a la gente algo de dinero y finalmente me convertí en el sostén de la familia.

Mi padre abusaba sexualmente de mí a diario. Fue una experiencia que nunca hubiera podido imaginar. Salía por la mañana a vender y regresaba a casa muy tarde por la noche. Si no se habían hecho muchas ventas, mi padre me pegaba y abusaba de mí. No tenía tiempo para descansar y ninguna otra familia a la que llorar.

“Decidí informar del caso en la Comisaría de Policía de Calaba y me remitieron al Centro para Niñas Don Bosco, donde llegué con el corazón destrozado y traumatizada”.

Pero en Don Bosco mi situación comenzó a cambiar a un estado de tranquilidad y paz. Tuve tiempo para jugar y descansar y me sentí protegida por primera vez en mi vida. Me dieron medicación y ropa. Las trabajadoras sociales fueron como madres para mí, tenían tiempo para escucharme.

Conversamos mucho y tuvimos charlas de asesoramiento que me ayudaron mucho. Me proporcionaron instalaciones recreativas y excursiones educativas. Estas salidas también fueron una oportunidad para sanar y descubrir otro mundo, con diferentes colores y un nuevo sentido. Nunca antes había experimentado algo así en mi vida. Tenía tiempo para leer libros de diferentes autores que ayudaron a desarrollar mi inteligencia.

Estuve un año en el Centro para Niñas Don Bosco. Mi madre, que debería haberme rescatado, me rechazó. Los trabajadores de Don Bosco incluso visitaron la Embajada de Nigeria para ver cómo podían ayudarme para mi vuelta a mi país, pero fue en vano.

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