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Hoy los católicos no comemos carne, ¿sabes por qué?

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¿Cómo nació el precepto de abstenerse de carne en los Viernes de Cuaresma?

Los teólogos Bormolini y Gentili responden a una lectora: xerofagia, razones éticas e higiene alimentaria

En la Cuaresma, el ayuno es uno de los temas recurrentes. Nos escribe una lectora: “¿Alguien me sabe explicar el motivo de la abstinencia de carne? Pero no documentando la respuesta con escritos oficiales eclesiales (que se encuentran fácilmente en internet)… sino explicándome el por qué de esta prohibición. Cómo nació. El motivo inicial”.

El ayuno existe desde tiempos inmemorables en todas las tradiciones, como principal instrumento para acompañar a la oración. En todo tiempo y lugar el ser humano ha adoptado el ayuno como arte religioso, para purificarse a nivel físico, mental y espiritual.

Y desde bien pronto, se advierte también que la alimentación influye en esta purificación. De hecho, la medicina desde la Antigüedad relacionaba el consumo de determinados alimentos con los problemas de salud: en especial, la de carne.  Lo cierto es que ambos preceptos, el del ayuno y el de la abstinencia de la carne, han ido siempre de la mano.

Ya en la Grecia antigua se atribuía al ayuno y la abstinencia de ciertos alimentos el valor de purificación de las cosas terrenas. Una herencia cultural de la que participarían los cristianos. Para los sabios de la Antigüedad, la alimentación debía ser sobria y de alimentos secos (xerofagia), y se relacionaba el consumo de carne con el libertinaje.

El ayuno cuaresmal como tal se instituyó en el siglo IV, pero ya era practicado con anterioridad, como afirma el propio Pablo en sus cartas. En los primeros siglos de la cristiandad no había uniformidad en las prescripciones cuaresmales. Por ejemplo, en Siria estaba prohibido también el pescado. En otras iglesias, incluso los derivados animales: leche, huevos, queso…. Incluso todo tipo de grasa, por ejemplo el aceite.

Según algunos autores antiguos, como san Juan Clímaco, había que evitar los alimentos que tienen grasa y que dan calorías, y consumir sólo aquellos que sacian y que facilitan la digestión. ¿Por qué? El padre Bormolini explica que la digestión de los alimentos grasos es más difícil para el cuerpo y afecta también a nivel psíquico, aumentando la agitación de la mente y la producción incontrolada de pensamientos que impiden a la mente “concentrarse” en la oración.

Otra razón, aducida por Antonio Gentili, autor de un estudio sobre el ayuno religioso, es que matar a los animales “comporta un acto de violencia, que las diferentes culturas tendían a disciplinar”.

Otros muchos expertos aducen razones de higiene alimentaria, pues los alimentos de origen animal son más susceptibles (sobre todo antiguamente) de contaminación, enfermedad y toxicidad.

Cabe decir además que la abstinencia de carne no es algo propio de la religión cristiana: Las culturas orientales, como por ejemplo la india, suelen ser más rígidas aún en cuanto a este tipo de prohibiciones, respecto de los cristianos.