Dentro de nuestra campaña ‘Seguir con vida’, es momento de cambiar el escenario de nuestras crónicas. Durante los próximos meses, te contaremos las vivencias de las personas a las que asistimos en el Mediterráneo y que huyeron de la violencia y la miseria. Solo querían seguir con vida.
Empezamos con el relato de Salah, un refugiado sirio: en cuanto llegó a Europa, se propuso ayudar a otros refugiados. Empezó a trabajar para Médicos Sin Fronteras y se embarcó en la misión de rescate que teníamos en el Mediterráneo. «Cada vez que llevo la lancha, solo puedo pensar en la posibilidad de encontrarme algún conocido», confesaba Salah.
Para descubrir su historia completa en vídeo y texto. Salah es el claro ejemplo de quien piensa en los demás antes que en sí mismo.
RESCATES EN EL MEDITERRÁNEO: Salah
Salah es el mediador cultural a bordo del Dignity. Se encarga de establecer el primer contacto, de llamar a la tranquilidad, de hablar en árabe con las personas que han de ser rescatadas. Es refugiado sirio. Noruega le concedió el asilo.
—Salí del país en 2012. Había estudiado Administración de Empresas. Tuve que huir porque querían alistarme en el Ejército. Yo no tuve que hacerlo, pero mis padres, mi hermana y mi hermano se subieron a una barcaza en Turquía para llegar a la isla de Lesbos, en Grecia. Ahora están en Alemania, esperando el permiso de residencia. Están bien.
Salah mira el mar.
Cuando llego allí y los miro a los ojos… Es un sentimiento fantástico, porque ves la felicidad en sus ojos cuando entienden que alguien ha venido a ayudarlos, a llevarlos a tierra. Sientes que haces algo importante por esa gente. Ese es mi objetivo: ayudar a estas personas.
