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La humildad extrema de los misioneros en su nueva misión en el campo de refugiados de Palabek (Uganda)

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El Rector Mayor informó el año pasado de que había un millón de refugiados en Uganda e invitó a los Salesianos a llegar a ellos, trabajar con ellos y por ellos. Así, misioneros de distintas nacionalidades han formado desde hace poco más de un mes la nueva presencia salesiana en el campo de refugiados de Palabek, donde hasta la semana pasada, las estadísticas indicaban que existen alrededor de 42.000 refugiados de Sudán del Sur, pero el número aumenta cada semana.

Un representante del gobierno de Uganda advirtió a los Salesianos antes de instalarse en Palabek que esperaban recibir hasta 150.000 refugiados en un área de poco más de 20 kilómetros de radio. Con la incorporación de los cuatro salesianos, el trabajo ya ha empezado: “El 86% de la población en el campo de refugiados la forman mujeres y niños y más del 60% son menores de edad y hay cientos de niños menores de tres años, que son la razón de estar aquí, la motivación de nuestro compromiso con la educación y la evangelización. Debemos cuidarlos y darles una formación integral”, asegura el director de la comunidad, el padre Lazar Arasu.

Los refugiados tienen hambre y sed, no tienen un hogar, no tienen ropa, no tienen educación y necesitan la atención y el cuidado que les proporcionan los Salesianos. “Hemos comenzamos la escolarización inicial y otras actividades pastorales. Espero y rezo para que con la ayuda de Don Bosco, tengamos éxito en este servicio pastoral”, comenta el misionero salesiano.

Las condiciones de vida, sin embargo no son fáciles. Viven en la extrema humildad, pero “contentos”, como expresa el padre Ubaldino Andrade: “Una casa para los misioneros, con un solo cuarto dividido por cortina, techo de paja y paredes y piso de barro; en un lado un espacio para dormir, para una cama o una esterilla que se extiende en el piso durante la noche”.

Es también el refugio donde los misionero se ‘esconden’ a esperar que pasen las tormentas de arenas comunes durante estas temporadas “y donde nos refugiamos a esperar que pasen las pesadas y extremadamente calientes horas del medio día, donde es casi imposible hacer alguna cosa fuera de un lugar cubierto”, señala el padre Ubaldino. En un lugar cercano tienen la letrina y un improvisado cuarto donde se duchan con agua que hay que traer del pozo, a unos 250 metros del campamento….

Cuenta la historia que el lugar donde se encuentra el campo de refugiados eran tierras de pueblos luchadores, guerreros. En unas de estas batallas los misioneros intervinieron para establecer la paz obligando a los guerreros a guardar sus armas. “Pala” significa cuchillo, machete, y “Bek” guardar, regresar a su bolsa, así que “pala-bek” es guardar el arma de guerra (machete)… En medio de la lucha y usando estas palabras los misionarios lograron detener la lucha y establecieron la paz, así que éste es el origen del nombre del lugar donde ahora se encuentra el centro para refugiados donde viven los Salesianos: “Palabek”.