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China, un gigante convertido en Goliat contra los cristianos

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La Iglesia protestante Zion en Beijing, clausurada por el Gobierno chino / AP

La ONG China Aid denuncia el aumento continuo de represión a los cristianos: quema de biblias, cierre de templos y firma forzada de documentos de renuncia a la fe en Jesús.

En un país en el que la religiosidad crece continuamente, especialmente el cristianismo, el Gobierno del presidente Xi Jinping ha recrudecido su campaña contra la libertad de culto en el gigante asiático, persiguiendo a los creyentes en diferentes provincias y en la capital, Beijing. También se han montado centros de adoctrinamiento para alejar de su fe a los musulmanes chinos en el oeste.

El Gobierno de China intensifica desde hace meses de muchas formas su política de mano dura contra las congregaciones cristianas en Beijing y varias provincias chinas, destruyendo cruces, quemando biblias, cerrando templos y ordenando que los creyentes firmar documentos renunciando a su fe, de acuerdo con China Aid, una ONG que monitorea la libertad religiosa del cristianismo en China.

La campaña corresponde a un esfuerzo para integrar la religión a la cultura china exigiendo lealtad al Partido Comunista, oficialista y ateo, y eliminando lo que ven como un posible y peligrosos desafío su poder que controla las vidas del pueblo.

Bob Fu, de China Aid, con sede en los Estados Unidos, dijo durante este fin de semana que el cierre de iglesias en la provincia central de Henan, en Guangdong y también en una prominente iglesia en Beijing en las últimas semanas, representa un «aumento significativo» de la política de mano dura.

«La comunidad internacional debería alarmarse y  escandalizarse por esta evidente violación de la libertad de religión y creencia», indicó Fu en un correo electrónico escrito a la agencia AP.

Fu también publicó en sus redes sociales una filmación que muestra la quema de biblias e imágenes de los documentos en los cuales los firmantes renuncian a su fe cristiana, una requisito que según el activista no se exigía desde tiempos de la Revolución Cultural iniciada por Mao Zedong, entre 1966 y 1976.

Sin embargo la versión oficial del Gobierno es que se respeta la libertad de culto y religiosa.

DE LA TOLERANCIA A LA PERSECUCIÓN

A pesar de que China ha vivido décadas de relativa libertad religiosa desde 1982, cuando este derecho fue incluido en la Constitución tras la brutal y fallida experiencia de la Revolución Cultural, durante la presidencia del actual mandatario Xi Jinping, uno de los más poderoso líderes del país desde Mao, la persecución parece haber vuelto.

Esto se da en medio de un renacimiento religioso en el país, especialmente entre quienes profesan el cristianismo, y en segundo lugar el islam.

La ley china demanda incluso que el culto se realice únicamente en congregaciones oficiales que han recibido la aprobación formal del Estado para operar, una práctica que permite a Beijing ejercer un enorme control sobre las actividades religiosas.

Por esta razón en el país abundan iglesias cristianas, en su mayoría protestantes, y otro santuarios clandestinos de diferentes credos, que funcionan a puertas cerradas.

El domingo pasado las autoridades precisamente cerraron uno de estos templos no oficiales, perteneciente a la Iglesia protestante Zion en Beijing, tras declararla ilegal por no haberse registrado.

Zion es la más grande de estas iglesias cristianas clandestinas en la capital china, con numerosas sedes en la ciudad.