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Reflexiones episcopales por la Jornada Mundial de los Pobres

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Con ollas populares, almuerzos y cenas solidarias, bautismos masivos y misas, los obispos argentinos adhirieron este fin de semana a la II Jornada Mundial de los Pobres convocada por el papa Francisco, con el lema ““Este pobre gritó y el Señor lo escuchó”. En este contexto, los prelados reflexionaron sobre la realidad de la pobreza y las desigualdades sociales en el país.

Con ollas populares, almuerzos y cenas solidarias, bautismos masivos y misas, algunas con el rito del lavatorio de los pies, los obispos de la Conferencia Episcopal de Pastoral Social (CEA) adhirieron este fin de semana a la II Jornada Mundial de los Pobres convocada por el papa Francisco, con el lema “Este pobre gritó y el Señor lo escuchó”.

En este contexto, los prelados argentinos, además del representante papal, reflexionaron sobre la realidad de la pobreza y las desigualdades sociales en el país.

Mons. León Kalenga Badikebele (nuncio apostólico): “Me llevo el grito y el dolor de los pobres. Nosotros, los buenos pastores, estamos dispuestos al martirio por ustedes… La unión hace la fuerza, porque ustedes ayudan al Señor Jesús a llevar la cruz hacia el calvario”.

Mons. Oscar Vicente Ojea (San Isidro y presidente de la CEA): “Pidámosle al Señor tener esa sensibilidad cristiana para escuchar el grito del pobre, primero el grito de nuestro corazón pobres y el grito del hermano pobre”.

Mons. Jorge Lugones SJ (Lomas de Zamora y presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social): “También nosotros estamos llamados a ir al encuentro de las diversas situaciones de sufrimiento y marginación en la que viven tantos hermanos y hermanas, que habitualmente designamos con el término general de ‘pobres’”.

Mons. Víctor Manuel Fernández (La Plata): “Estamos llamados a seguir creando lazos comunitarios y a resistir el individualismo del mundo actual para caminar juntos para el desarrollo de nuestra sociedad… Esto implica incluir a los últimos, integrar mejor a los más pobres, darles posibilidades a todos los que tienen ganas de arremangarse”.

Mons. Mario Antonio Cargnello (Salta): «Hay que mirar al pobre, darse cuenta que podemos estar en la misma situación, ponerse al lado y no despreciarlo. Hay que abrir el corazón, porque te va hacer descubrir que no lo tenes todos. Es bueno compartir con el hermano y descubrir que, en el rostro de mi hermano pobre, nos mira Jesús».

Mons. Jorge Eduardo Lozano (San Juan de Cuyo): “La situación de pobreza y miseria no son cuentos para ser relatados de modo naif, ni para recortar las partes que nos molestan. Las situaciones desesperantes de hambre e indigencia son un clamor que llega al cielo… El grito de los pobres no debe paralizarnos sino movilizarnos, sacudirnos de la comodidad para llevarnos al encuentro del otro, reconociéndole como hermano”.

Mons. Adolfo Canecin (Goya): “La Jornada Mundial de los Pobres pretende ser una pequeña respuesta que la Iglesia entera, extendida por el mundo, dirige a los pobres de todo tipo y de toda región para que no piensen que su grito se ha perdido en el vacío… Probablemente es como una gota de agua en el desierto de la pobreza; y sin embargo puede ser un signo de compartir para cuantos pasan necesidad”.

Mons. Gabriel Mestre (Mar del Plata): “Cada uno puede comprometerse, desde el propio lugar, a hacer algo por el hermano más pobre, necesitado y marginado… Hay que acercarse a las parroquias y capillas para poder insertarse y participar de la caridad organizada de la Iglesia a través del servicio permanente de Cáritas”.

Mons. Juan Rubén Martínez (Posadas): “Son miles las familias que sólo sobreviven, son miles los jóvenes, niños y ancianos que sobreviven en la marginalidad. No vemos que este planteo sea tratado seriamente. Sólo se dan cifras que no motivan a ningún funcionario de la política, del mundo empresarial o sindical a sentarse a tratar como un problema de Estado el flagelo de la pobreza”.

Mons. Carlos José Tissera (Quilmes): “Precisamos escuchar los gritos de los hermanas y hermanos de nuestras barriadas que ven perder sus puestos de trabajo; de los que trabajando de sol a sol, ven que sus salarios son comidos mes a mes por una inflación galopante… Lamentablemente, como respuesta a todos esos gritos sólo se repiten políticas que crean más desigualdad”.

Mons. Sergio Buenanueva (San Francisco): “Nuestro tiempo ve crecer no sólo la desigualdad sino también formas aberrantes de indiferencia y de ‘odio al pobre’. Pensemos, por ejemplo, en el crecimiento de la xenofobia o del rechazo del inmigrante… En la Argentina, además, el drama de una pobreza consolidada y creciente expresa como pocos nuestra propia decadencia espiritual, ética y cultural”.

Mons. Pedro María Laxague (Zárate-Campana): «Hoy en el día de los Pobres tengo en mi corazón cuantos viven en esa situación y sin embargo experimentan la riqueza de saberse amados por Dios. Que su ejemplo nos llene de esperanza y misericordia, para no ser indiferentes hacia nuestros hermanos que mas nos necesitan».