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“Las iglesias cristianas en Filipinas son implacables reclamando justicia y llorando por la paz”

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El secretario general de la Alianza Evangélica Mundial, Efraim Tendero, analiza la situación de los cristianos en el archipiélago asiático. 

La carrera de Rodrigo Duterte contra la droga ha dejado decenas de miles de muertos en Filipinas. Humans Rights Watch hablaba de 12.000 en 2016. Pero las políticas del presidente de Filipinas también han generado oposición en algunos sectores del cristianismo en el país, especialmente del católico. Algo que le ha llevado a pedir públicamente el asesinato de obispos, o a declarar que “Dios es estúpido”. 

“La comunidad internacional debería pedir explicaciones por este tipo de declaraciones”, considera el obispo Efraim Tendero, secretario general de la Alianza Evangélica Mundial (WEA, por sus siglas en inglés) y exdirector del Consejo Filipino de Iglesias Evangélicas (PCEC, por sus siglas en inglés), una de las entidades que ha publicado comunicados contra la actitud de Duterte. 

“La oposición de Duterte al cristianismo parece ser más psicosocial y política”, afirma Tendero, nacido en Filipinas y buen conocedor del contexto del país. “En uno de sus discursos, el presidente aseguró que era cristiano y que creía en Dios, pero que había dejado de ser católico”.

Pregunta: ¿Cuál es la razón detrás de los ataques verbales del presidente Rodrigo Duterte contra los cristianos en Filipinas?

Respuesta: Antes de responder a la pregunta me gustaría compartir cómo veo el panorama sociopolítico de Filipinas. Observo nuestra tierra y nuestra gente desde una perspectiva pastoral. El presidente Duterte es un ser humano creado a imagen de Dios y, por eso, lo amo como ser humano y oro por él, como las Escrituras nos ordenan respecto a nuestros líderes nacionales. Sobre las razones de sus ataques verbales, primero, en diciembre de 2015 Duterte admitió públicamente que fue acosado por un cura cuando era joven. Me pregunto si hubo alguna intervención psicosocial o se le ofreció consuelo pastoral como expresión de amor y de preocupación. En segundo lugar, Duterte percibe a la Iglesia Católica como el mayor obstáculo en su lucha contra la droga. En un discurso el 5 de diciembre de 2018, en el Palacio Malacanang, el presidente acusó a los obispos de su, mayoritariamente católica, nación de ser inútiles por criticar su administración. “Estos obispos, matadlos” y “este estúpido no grupo que no sirve para nada, todo lo que hacen es criticar”, dijo entonces.

La Iglesia Católica es uno de los colectivos más articulados y críticos contra la política de Duterte contra la droga. En septiembre de 2017, la Conferencia de Obispos Católicos de Filipinas afirmó en un comunicado lo siguiente: “Nosotros, vuestros obispos, estamos profundamente preocupados por las muchas muertes y asesinatos en la campaña contra la droga ilegal. El tráfico de drogas tiene que acabar. Pero la solución no está en matar a los supuestos consumidores. Estamos preocupados no solo por quienes han sido asesinados. La situación de sus familias también es preocupante. Sus vidas han ido a peor. Una causa adicional de preocupación es el reino de terror que existe en muchos zonas pobres. Muchos son asesinados no por la drogas. Aquellos que matan no tienen que rendir cuentas. Y una mayor causa de preocupación es la indiferencia de muchos a este tipo de mal. Se considera normal, y lo que es peor, algo que (según ellos) es necesario”

Por último, el presidente Duterte como ha demostrado en su larga diatriba contra los obispos y la Iglesia Católica, piensa que la oposición de los filipinos católicos está fuera de contacto del ámbito público. Sin embargo, los feligreses han expresado apoyo público a sus obispos por lo que perciben como ataques por parte del mandatario contra sus líderes. 

P: Entonces, ¿la oposición de Duterte al cristianismo es solo política o está basada en un conflicto de cosmovisiones¿

R: Su oposición parece de naturaleza más psicosocial y política. En uno de sus discursos, Duterte declaró lo siguiente: “Soy cristiano, y creo en Dios, pero he dejado de ser católico”. Ahí está su cosmovisión. 

P: Como decías, Duterte recientemente ha animado a la población a asesinar a los obispos católicos. ¿Qué efecto tienen palabras como estas en el contexto sociocultural de Filipinas?

R: Esto es peligroso, teniendo en cuenta que el presidente de la Comisión Filipina de los Derechos Humanos ha dicho que la cantidad de muertes “podría alcanzar las 27.00 personas”, aunque enfatizando las dificultadas para investigar las muertes debido a que la policía ha retenido los registros sobre las operaciones antidroga. Parece que la cultura del asesinato prevalece ahora en nuestra tierra. En su mensaje del 12 de junio en la Catedral de San Juan Evangelista, en Dagupán, el arzobispo Sócrates B. Villegas y su equipo de trabajo, condenó la muerte del párroco de 44 años Richmond Nilo. “Matar es la solución. Matar es el lenguaje. Matar es el camino. Matar es la respuesta. Se anima a matar. Matar es su trabajo. Los asesinos tienen recompensa. Los asesinos se jactan de sus crímenes. Matan en las calles. Matan dentro de las casas. Matan en motos y en todoterreno. Matan en las plazas. Matan en los centros comerciales. Matan en las capillas. La nación es un campo de matanza. Matan en cualquier lugar. Son felices matando”. (image) El presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, en una comparecencia. / Facebook Rudy Duterte

P: ¿Las palabras del presidente contra los cristianos afectan a la visión popular de este colectivo?

R: En septiembre de 2018, el 70% de los filipinos aseguraba estar satisfecho con la actuación del presidente, mientras que el 16% se mostraba insatisfecho y el 14% indeciso. Cerca del 80% de la población en Filipinas son católicos y alrededor de un 10% protestantes, incluyendo a los evangélicos. 

P: ¿Consideras que la comunidad internacional debería pedir responsabilidades por este tipo de declaraciones?

R: Somos una humanidad. La comunidad internacional debería pedir explicaciones por este tipo de declaraciones. Estoy preocupado, por ejemplo, por el hecho de que Filipinas sea el primer país de Asia y el tercer país del mundo en el que mueren más defensores del medio ambiente, según el Informe mundial de testigos de asesinatos de defensores del medio ambiente y de la Tierra de 2017. Creo que la familia de las naciones debería cuidar mutuamente manifestándose contra la articulación pública de las malas intenciones contra los seres humanos y toda clase de opresión que invoca declaraciones contra cualquier grupo de personas, especialmente los pobres. Todos debemos hablar por los derechos y la dignidad de todos los seres humanos. Al mismo tiempo, los países pequeños y menos poderosos, como Filipinas, deben discernir las declaraciones de los poderes globales que tienden a usar los derechos humanos como una excusa para las iniciativas de cambio de regímenes motivadas por sus intereses geopolíticos y  basados en recursos. 

P: ¿Cómo están respondiendo las iglesias cristianas en general a la situación y cuál ha sido el rol de los evangélicos en este conflicto durante las últimas semanas? 

R:  Las iglesias cristianas en Filipinas son implacables reclamando justicia y llorando por la paz. El pasado 25 de enero, un gran grupo de cristianos, tanto católicos como protestantes, juntamente con organizaciones en defensa de la paz y la justicia, se concentraron en la región metropolitana de Manila. En un diario se podía leer: “Con pancartas mostrando mensajes como ‘detened las muertes’ y ‘la iglesia no puede quedar en silencio’, varios grupos religiosos se han encontrado en Manila para orar por ‘una fe, una nación una justicia en Filipinas’. Párrocos, monjas, misioneros, seminaristas y miembros de las iglesias evangélicas han participado en un concentración en la plaza Rajah Sulayman en Malate, Manila”. 

El PCEC ha sido muy expresivo en sus puntos de vista sobre diversos problemas que afectan a nuestra gente y nuestra tierra. Merece la pena leer su última declaración, a propósito del atentado en Jolo.

Nosotros, el Consejo Filipino de Iglesias Evangélicas, como seguidores de Jesús, el Príncipe de Paz (Isaías 9:6), condenamos en el sentido más estricto el brutal y cruel atentado de la Catedral de Nuestra Señora del Monte Carmelo en Jolo, Sulu, que desgraciadamente ha acabado con la vida de al menos veinte personas y ha dejado decenas de heridos. Desde el PCEC ofrecemos nuestras más fervientes oraciones y profundas simpatías a las familias y los amados de las víctimas de este acto de violencia sinsentido. El PCEC permanece en solidaridad con quienes buscan justicia y aboga por que las personas responsables rindan cuentas a través de todas las medidas legales disponibles.  

A la luz de los logros sustanciales del proceso de paz y de el plebiscito celebrado el 21 de enero, el atentado es claramente un intento por parte de personas de subvertir la voluntad de la mayoría y el deseo sincero de la gente de Bangsamoro por una paz genuina, harmonía, seguridad, y desarrollo en Mindanao. El PCEC cree firmemente que esta acción despiadada no representa a ninguna religión o comunidad religiosa a la cual los perpetradores puedan afirmar pertenecer. Por eso, para que las verdades y nobles intenciones de la gente de Bangsamoro se conviertan en una realidad, el PCEC quiere manifestar lo siguiente:

Respetuosamente pedimos a nuestro presidente, Rodrigo Duterte, como ‘hijo de Mindanao’ y líder de nuestra nación, que defienda al máximo la paz y el orden en Mindanao y en nuestro país a través de la aplicación de la ley, llevando ante la justicia a los responsables de este crimen. 

Pedimos a los líderes muslmanes, lumad (indígenas) y cristianos de Mindanao y del resto del país que trabajen juntos para disminuir miedos y prejuicios que podrían incrementarse en sus comunidades por este acto perpetrado por terroristas, cuyos caminos no reflejan las creencias y aspiraciones del pueblo de Bangsamoro. 

Pedimos a nuestras comunidades evangélicas que oren fervientemente e imploren la bondad amorosa del Señor para que la verdadera paz, la justicia y armonía regresen pronto a nuestra tierra.

P: La amenaza islamista es otra realidad que viven los cristianos en el país, como muestra el reciente ataque contra la catedral de Jolo. ¿Cómo se debe dirigir el islamismo en Filipinas?

R: Deberíamos tratarlos desde el primer y gran mandamiento: Ama a Dios. Amemos a nuestros prójimos como a nosotros mismos. Y el concepto de ‘prójimos’ incluye a nuestros enemigos. Los cristianos, especialmente los evangélicos, se encuentran en un diálogo y una cooperación activos con los líderes revolucionarios islámicos. Por ejemplo, ha habido una cooperación progresiva entre el PCEC y el Frente Moro de Liberación Islámica (MILF, por sus siglas en inglés) desde 2008. Esta relación comenzó con un diálogo entre confesiones que desembocó en una asociación para la defensa de la paz y la reconciliación durante años. Hoy, este acuerdo de paz ha sido institucionalizado y se ha expandido en alcance e influencia a otros grupos religiosos. 

P: ¿Cómo valora la WEA la situación sociopolítica de Filipinas?

R: Como cualquier otra nación, Filipinas está sufriendo varios aspectos relacionados con la alienación; la aliencación del Creador; alienación de su ser, como humanos y filipinos; alienación de sus prójimos, tal y como se experimenta a nivel interno como internacional; y la alienación de la creación confiada a ellos por el Creador, como muestran muchas explotaciones de recursos naturales. 

Desde la WEA oramos para que Filipinas experimente sanación y transformación, en los sentidos espiritual, psicosocial, sociopolítico y económico y ecológico.