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Haití, el país pobre que tuvo reyes

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Zach Vessels, Unsplash

Su economía es la más pobre del continente americano y una de las más desfavorecidas del mundo. Su religión oficial es el Vudú.

“Para comprender y penetrar la grandeza de Haití no hay que perder de vista su doble origen: el hijo de los antiguos “boyars” tuvo por abuelo un negro abisinio, “Abraham Aníbal”, aquel esclavo raptado del serrallo de Constantinopla, abandonado en Rusia por un corsario,  adoptado por Pedro el grande, quien lo elevó a general y lo casó con una dama de la corte” (Pierre-Moraviash en “Sena”, Buenos Aires 1946).

Siempre me ha fascinado la historia de Haití. Este país y Brasil son los únicos que han tenido reyes en el continente americanoAuténticos reyes, no los virreyes que España solía nombrar en las naciones que conquistaba.

En Brasil fueron Pedro I y su hijo Pedro II. En Haití el célebre rey negro Henri Christophe, cuya biografía me ha tenido enamorado desde que la leí por primera vez. Inicié una novela sobre el rey Christophe, pero hube de abandonar el proyecto acuciado por otras urgencias literarias. Algún día retomaré la idea.

Haití está situado al occidente de la República Dominicana. Forma parte importante de las grandes Antillas. Tiene una extensión de 27.750 kilómetros. Su población al día de hoy cuenta once millones.

Tal como escribí en mi artículo sobre República Dominicana, Cristóbal Colón llegó a estas tierras a principios de diciembre de 1492. Le puso por nombre “La Española”. Santo Domingo fue la primera capital española en el nuevo mundo.

Los gobernantes que sucedieron a Colón exterminaron a miles de apacibles aborígenes e indios, teniéndolos que reemplazar después por negros traídos de todas las zonas de África. Estos negros, para hacerse entender, crearon poco a poco el “criollo”, “mosaico de lenguas como los haitianos son mosaicos de razas”.

La aniquilación de nativos por parte de los españoles duró desde 1493 hasta 1528. Esto dio lugar a que la población de la isla llegara a componerse casi exclusivamente de negros.

Hacia 1630 piratas franceses comenzaron a penetrar en territorio de lo que aún era “La Española”. Después, militares y civiles llegados de Francia se establecieron al oeste de la isla. Tal fue su influencia que los gobernantes de “La Española” decidieron conceder a Francia la mitad de la isla por el tratado de Basilea en 1795.

El primer presidente negro del país fue François Toussaint Loverture, conocido sobre todo como revolucionario. Era esclavo negro, cochero del apoderado de la plantación Breda. Al ceder España parte de la isla a Francia fue nombrado general y comandante en jefe de las fuerzas haitianas. Organizó en la isla un estado semiindependiente. Sus maniobras políticas disgustaron tanto a Napoleón que envió al general Leclerc para poner orden en la isla. Toussaint fue hecho prisionero y encarcelado en Francia después de que Leclerc le prometiera un retiro honroso. Lo retiró, desde luego, pero sin honra.

El encarcelamiento en Francia de François Toussaint no paró la rebelión de los esclavos negros, quienes reconocían sólo nominalmente la autoridad de Napoleón. Jean-Jacques Dessalines, esclavo en Santo Domingo, escapó a Haití, se puso al frente de los sublevados, expulsó a británicos y franceses, a quienes derrotó en una guerra en la que Francia puso poco interés y declaró la independencia de Haití en 1804. Fue el segundo país del continente americano en hacerlo, después de Estados Unidos, y el primero en América Latina. Autonombrado emperador, ejerció un gobierno sanguinario. Mandó ejecutar a la mayor parte de los 10.000 blancos que quedaban en la isla. Murió asesinado por sus rivales políticos en octubre 1806.

Aquí entra mi admirado esclavo negro que llegó a proclamarse rey.

Henri Christophe salió de la esclavitud y peleó junto a Toussaint en la guerra por la independencia. Más tarde se alió con Dessaline, quien le nombró comandante de sus tropas tras la expulsión de los franceses. Derrotado por Alexander Pétion en la lucha por el poder, Christophe se refugió en el norte de la isla, donde estableció un reino con el nombre de Enrique I. Su parte del país prosperó considerablemente. Imitando a los reyes de Francia se rodeó de una corte de hombres y mujeres a los que otorgó títulos. Distribuyó tierras entre militares de graduación y recompensó a los soldados.

En 1820 sufrió parálisis cerebral. Acosado por sus enemigos políticos, todos ellos procedentes de la esclavitud negra, se pegó un tiro con una bala de plata y el reino que mantuvo a lo largo de nueve años pasó a formar parte de la República de Haití.

Christophe dejó en Haití una obra monumental. La fortaleza más importante del hemisferio occidental conocida como “La Citadelle”. La más grande de toda América, designada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1982. Está situada a unos veinte kilómetros de Cabo Haitiano. En su construcción intervinieron 20.000 trabajadores. Henri Christophe la mandó construir como sistema de defensa en el caso de que Francia atacara de nuevo. Fue equipada con 365 cañones de diverso tamaño. Algunos han sugerido que desde la fortaleza se puede divisar la isla de Cuba en días claros. Según la leyenda, para construirla se utilizó para unir las piedras una mezcla que contenía sangre de vacas y de chivos que eran sacrificados con el fin de que los espíritus y los dioses del Vudú diesen poder y protección a la estructura. Desde Cabo Haitiano se llega en coche por la carretera número 3 y luego hay que recorrer un pequeño camino cuesta arriba hasta llegar a “La Citadelle”. Ignoro cómo estará ahora, pero las dos veces que he estado allí he hecho este recorrido en burro, conducido por uno de los muchos guías que de esta forma se ganan la vida. Actualmente es uno de los destinos más populares para los turistas que visitan el país. Yo he fotografiado toda su estructura por fuera y por dentro.

Haití fue invadido por Estados Unidos en 1915 y se mantuvo en el país hasta 1934. En 1957 comienza la era Duvalier. El padre, François Duvalier, mantuvo una férrea dictadura desde 1957 a 1971. La dictadura, demencial, la continuó su hijo Jean-Claude desde 1971 a 1986. Una insurrección popular le obligó a exiliarse en Francia. Actualmente preside el país Jovenel Möise. Como primer ministro ejerce Jean-Henry Céant.

Economía y seismos

La economía de Haití es la más pobre del continente americano y una de las más desfavorecidas del mundo. Según “The World Factbook”, el ochenta por ciento de la población vive bajo el umbral de la pobreza, motivando que el país dependa de la ayuda exterior, especialmente del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional.

Los terremotos han sido frecuentes en Haití, pero el más devastador fue el que ocurrió el 12 de enero 2010. El país fue golpeado por un terremoto de magnitud 7 en la escala Richter. El número de muertos se cifró en 300.000 y un millón de personas fueron damnificadas. Los daños alcanzaron el Palacio Nacional, sede de la presidencia, la oficina de la ONU, la catedral y otros importantes edificios.

Después del terremoto se produjo una auténtica diáspora. Quien pudo abandonó el país en busca de mejor vida. Datos de 2017 afirman que en la República Dominicana viven 11.000 haitianos legales y unos dos millones que residen de forma ilegal. Otros se dirigieron en busca de trabajo a Estados Unidos, Canadá, México, Chile, Antillas francesas, Jamaica, Cuba, Panamá y otros países.

Cultura

A pesar de la pobreza económica que ha padecido desde sus inicios como nación, Haití ha tenido su literatura que prácticamente empieza con la independencia en 1804.

El autor cómico y poeta Misbscent fundó la primera revista literaria, “La abeja haitiana”. En el siglo XIX tuvo ensayistas y poetas entre los que figuraban Ignace Nau y Coriolan Ardouin, el novelista Emeric Bergeaud y poco más tarde los historiadores Oswald Durand y Tertullien Guilbaud, quienes denunciaron el colonialismo racista y tiñeron sus libros de patriotismo.

En la primera parte del siglo XX se publican las novelas rústicas de Jean Baptiste Cinéas y aparecen las revistas “La revue indigéne” y “Les griots”. Me parece una injusticia que en los ocho diferentes libros y tres enciclopedias que he consultado no conste, ni siquiera para mencionarlo, el nombre del gran escritor haitiano Pierre Fernand Hibbert, autor de obras tan importantes como “Thazar y Romulus”, donde palpita la vida de Haití en época de las revoluciones liberales de 1883 y otras tituladas “Les Simulacres”, “Le livre de mon ami” y el conjunto de cuentos “Masques et visages”. En todos estos libros el autor expone lo más hermoso e inolvidable de su tierra. Hibbert visitó Francia, fue profesor de literatura en el Liceo Petion, colaborador en los periódicos de la época, encargado de negocios en Cuba y ministro de Instrucción Pública.

Religiones en Haití

Colonizado por España y Francia, Haití ha sido un país tradicionalmente católico. El catolicismo llegó al país y a la actual República Dominicana con los franciscanos y mercedarios en 1493.

Actualmente hay en Haití cuatro millones de católicos y dos millones y medio de protestantes. El protestantismo se expandió durante la ocupación norteamericana. Después de la segunda guerra mundial llegaron unas treinta sociedades misioneras que lograron establecer una de las comunidades protestantes más numerosa de América Latina en proporción al número de habitantes. El Islam está representado por grupos de sirios y libaneses, dueños de pequeños comercios. No obstante lo anterior, la religión oficial de Haití es el Vudú.

Tres veces he estado en Haití. Dos, para estudiar de primera mano el Vudú cuando estaba trabajando en un libro sobre ocultismo.

La primera vez como periodista acreditado en la boda del entonces presidente Jean Claude Duvalier, que tuvo lugar el martes 27 de mayo 1980. Por aquellas fechas yo estaba en Nueva York en viaje de regreso de Texas a España. Por la prensa me enteré de la boda. Llegué a Haití dos días antes. Inmediatamente me dirigí a la Oficina de Prensa establecida para el evento y solicité la acreditación oficial. Me recibieron bien. Me dijeron que era el único periodista llegado de España.

La novia, Michéle Benet, era un año mayor que el novio. Divorciada, con dos hijos varones entonces de seis y cuatro años. Aún cuando ella era miembro de la Iglesia Anglicana la boda tuvo lugar en la catedral católica de Puerto Príncipe. La ceremonia matrimonial corrió a cargo del arzobispo de la capital. A éste jerarca de la Iglesia católica se le planteó un serio problema: casar a una mujer de origen protestante y además divorciada, lo que iba en contra del dogma católico. Pero el novio era presidente del país. No casarlos suponía enfrentarse al poder de un dictador sin escrúpulos, de forma que el arzobispo halló una solución: dijo a los medios de comunicación que la Iglesia católica no reconocía el anterior matrimonio de la novia. Cualquier cosa con tal de no perder los privilegios económicos que procedían del Estado y la influencia que ejercía en el país.

Conservo una fotografía mía de la boda tomada por un periodista local en la catedral cerca del altar.

Después de la iglesia el novio dispuso seis autobuses que llevaron a miembros del cuerpo diplomático, autoridades civiles y militares del país y a representantes de medios de comunicación haitianos a una finca en las afueras de la capital donde ofreció un refrigerio. Entre tanta gente localicé al embajador de España con su esposa y departí brevemente con ellos.

En mis averiguaciones sobre el Vudú a lo largo de dos viajes en diferentes fechas estuve en pueblos, aldeas y campos de Haití para estar presente en auténticas ceremoniasLo que vi en estos ritos, desde la invocación a los espíritus hasta la matanza de gallos, no debo ni quiero escribirlo aquí. Muchos no me creerían. Sólo diré que los demonios están en todas partes y penetran donde encuentran cobijo.

En mi recorrido por carretera desde Puerto Príncipe a Cabo Haitiano, 140 kilómetros al norte de la capital, he hablado, según las notas que conservo, con siete jefes o sacerdotes del Vudú. Uno de ellos me dijo que yo era un ser privilegiado por espíritus buenos al haber nacido un 13 de junio.

La palabra “vudú” significa “espíritu”. Sus defensores dicen que esta religión tiene diez mil años de antigüedad. Existía en diferentes partes de África mucho antes que los europeos comenzaran el robo de esclavos procedentes del continente negro. Ahora mismo, en nuestros días, el Vudú se practica como religión mayoritaria en Nigeria, Benin, Togo, Ghana y Sudáfrica.

Aún cuando existen diferencias entre el Vudú que se practica en zonas e islas de América y del Caribe como Haití, Puerto Rico, República Dominicana, Cuba, Jamaica, Nueva Orleans, la ceremonia vuduista consiste principalmente en baile, invocación de espíritus, supuestas predicciones proféticas, sacrificio del gallo y poco más. El más temible es el Vudú conectado con la magia negra, que he conocido en Haití y Brasil.