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Caucetera recibió silla de ruedas a motor para una mejor calidad de vida

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El valor de una silla de ruedas a motor, puede ser una ayuda intrascendente, pero para quien padece agenesia de brazo y pierna derecha, significa estar habilitado a tener una vida social independiente.

Andrea de Luján Ortiz, de 38 años, oriunda de Caucete, afronta la vida con una audacia que la define. Nació con agenesia de brazo y pierna derecha, lo que significa la  imposibilidad del desarrollo de un órgano durante el crecimiento y desarrollo embrionario, debido a la ausencia de tejido primordial. Es mamá de dos jóvenes de 12 y 18 años, con su compañero y padre de los chicos desafía a diario, las tareas propias de la rutina doméstica.

 “Mi discapacidad jamás me limitó para poder formar una familia y realizar todos los quehaceres de casa, lavar, planchar cocinar; nunca me sentí una persona con discapacidad, porque he tenido gente alrededor mío, que me ha considerado una persona común o normal como dicen”, expresa con seguridad Andrea.

La sanjuanina recibió del Ministerio de Desarrollo Humano, una silla de rueda motorizada, para hacer frente a sus obligaciones habituales.

La cartera social sitúa la inversión social en salud entre sus prioridades, para acercar una mejora sostenible en la calidad de vida de cada ciudadano, en esta oportunidad el monto subsidiado es de 112.890 pesos.

Andrea resaltó el valor de la entrega, “es algo que me va a cambiar la vida; siempre me manejé en una silla común, y tenía el anhelo de tener una silla a motor, las miraba en la tele, eran mi sueño y ahora tengo una para mí”.

La adjudicación se realizó en la sala de situación del ministerio y estuvieron presentes el ministro Armando Sánchez; el secretario de Promoción Social, Lucio González; el subsecretario de Asistencia Social, Javier Rodríguez; la directora de la Mujer, Adriana Ginestar; y la directora de la Residencia de Adultos Mayores, Sonia Recabarren. 

“Hay quienes pueden ver una simple silla de ruedas, para mí es la posibilidad y la libertad de manejar mis tiempos, de continuar alimentando mis sueños. Quiero estudiar cocina y darles un ejemplo a mis hijos. Estoy feliz porque nunca bajé los brazos, siempre seguí para adelante”, afirma Andrea con sus ojos humedecidos de emoción.

La historia de Andrea, es un ejemplo de lucha inclaudicable, al nacer la vida le impuso la necesidad de salir adelante con un esfuerzo inmenso.

 Al discurrir la charla, devela que su madre tuvo mucho que ver con su actual fortaleza, “mi mamá me hizo independiente totalmente, primero me enseñaba como hacer las cosas y luego me daba la confianza para hacerlo sola”.

Cerró la entrevista con la frase que la califica como una luchadora, “nunca he tenido limitación para hacer lo que yo quiera”.