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El niño por nacer, sujeto de vida

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Ashton Mullins, Unsplash

Debemos brindar una respuesta a la indiferencia, negación y rechazo a la vida del niño por nacer que tiene, como nosotros, derecho a vivir.

Se celebra nuevamente el Día del Niño por Nacer, cuyo objetivo es reconocer y proteger la vida humana desde el momento de la concepción. En otras palabras, se trata de defender la vida de la persona por nacer. Como ser humano en gestación, goza de derechos y, sobre todo, del derecho a la vida.

El término vida viene del latín vita y es el tiempo que transcurre desde la concepción hasta la muerte. La vida es la existencia misma. Sin embargo, es también todo lo que haremos durante el tiempo que vivamos: las metas, los sueños, los proyectos, los logros y los fracasos.

Como concepto abstracto, la vida tiene un significado, pero llevado a las acciones y los comportamientos cotidianos cobra otro valor. Es entonces que debemos considerar que, con el fin de una vida, mueren también todos los actos y las conductas de una persona. Con la muerte antes del nacimiento se termina también todo el legado que esa vida hubiera podido dejar.

Por eso, un primer aspecto a tener en cuenta cuando hablamos del niño por nacer es considerar que la persona no nacida tiene un único bien: su propia vida. El debate ético sobre la vida nos remite al deseo de vivir que es natural en la mayoría de las personas. Nosotros, que vivimos y amamos nuestra vida, no podemos sino identificarnos con esa persona por nacer. Nuestro amor por la propia vida debe extenderse al amor por la vida del otro. El principio del derecho a la vida es universal y absoluto, y tenemos la obligación y la responsabilidad de garantizarlo.

Un segundo aspecto a considerar es el tema de la libertad de elegir. La libertad es un bien necesario para desarrollarnos en la vida. Pero en ningún momento esa libertad de que gozamos debe traducirse como indiferencia hacia el derecho a vivir del otro por nacer. Libertad no quiere decir que todo está permitido. La libertad de elegir debe sujetarse al derecho superior a la vida del ser en gestación. Debemos preguntarnos si nuestro derecho a vivir es superior al derecho a vivir de la persona por nacer y la respuesta es que no lo es.

Una tercera consideración es que la persona es un bien en sí mismo. Cada individuo es un ser único. Cada persona se distingue de las demás por características individuales y específicas. Y por eso cada uno de nosotros tiene un valor insustituible. Cada ser humano tiene una historia que le es propia. Y cada una de nuestras historias comienza desde el mismo momento en el que fuimos concebidos.

Todos y cada uno de nosotros hemos hablado en alguna oportunidad sobre algún acontecimiento sucedido durante los meses de nuestra gestación y a esos hechos los incluimos como parte de nuestra biografía, de quienes somos. Y ello es así porque nuestra historia de vida no comienza a partir de nuestro nacimiento, sino a partir de nuestra concepción.

Por todo esto, tenemos el deber ético de proteger la vida de cada ser humano, haya este nacido o esté aún por nacer. Y debemos hacerlo con el mismo ímpetu con el que protegeríamos nuestras propias vidas. Y tenemos la obligación de permanecer fieles a este principio ético del derecho a la vida que es el principio más alto.

Como sociedad, debemos ser capaces de brindar una respuesta a la problemática de la indiferencia, la negación y el rechazo hacia la vida del niño por nacer que tiene, como nosotros, derecho a vivir.

Artículo basado en la exposición de la autora titulada “El Niño por Nacer, Sujeto de Vida”, presentada en la Reunión Informativa de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación Argentina en el debate por los proyectos sobre “Régimen de Interrupción Voluntaria del Embarazo”. Buenos Aires, mayo de 2018.