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MEMORIA 2020 Un año sin tregua

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Esta es la memoria de 2020. El año había comenzado con desplazamientos masivos en Siria y con un gran brote de sarampión en República Centroafricana. Yemen era uno de los conflictos más preocupantes, junto con el cinturón de violencia que se expandía con cada vez más fuerza sobre el Sahel. En la agenda humanitaria, las informaciones sobre un nuevo virus procedentes de Wuhan aún se etiquetaban como «no urgentes». Lo que vino después marcará a toda una generación. El impacto de la COVID-19 será devastador: pasarán años antes de que recuperemos los frágiles estándares de los que partíamos en los países donde habitualmente trabajamos.

Nuestros equipos se volcaron en la respuesta a la pandemia, adaptándose lo más rápidamente posible e intentando tomar decisiones bajo una considerable incertidumbre y grandes limitaciones. Y por primera vez en nuestra historia, lanzamos una intervención de emergencia en España para apoyar a la sociedad que tanto tiempo ha acompañado nuestro trabajo; durante varios meses, borramos la línea que separa a las personas que nos ayudan con sus donaciones de las personas a las que atendemos.

Muchas crónicas de 2020 dicen que la COVID-19 paró el mundo. No es del todo cierto. No hizo desaparecer las guerras, la desnutrición y las demás epidemias. En Siria, Yemen, Etiopía, Camerún, Burkina Faso, Níger, Mozambique o Sudán, no hubo treguas en el conflicto y seguimos trabajando sin descanso. En Centroamérica y México, familias enteras cruzaron infiernos para llegar a un lugar seguro; a las puertas de Europa, el mar y los desiertos siguieron tragándose a gente. Cientos de miles de seres humanos necesitaron atención médica –muchas veces la más básica– para sobrevivir y la COVID-19 solo nos trajo más obstáculos para llegar hasta ellos.

Ahora, la pandemia continúa con virulencia en muchos países donde pacientes, comunidades, personal sanitario y nuestros propios colegas sufren aún su impacto directo e indirecto. Muchas poblaciones seguirán pagando sus consecuencias en años venideros: se han interrumpido campañas de vacunación y de prevención de la malaria, así como muchos programas de ayuda, los sistemas de salud se han resentido gravemente y se espera inseguridad alimentaria.

Sabemos que, en momentos de crisis, la respuesta principal viene siempre de las propias poblaciones afectadas. No tengo ninguna duda de que presenciaremos de nuevo historias muy duras, pero también gestas, muchas veces anónimas, de personas que simplemente aspiran a una vida digna y segura para sí mismas y para sus hijos, como es su derecho. Ellas son nuestra principal inspiración.

No nos queda otra opción que persistir, redoblar esfuerzos ante este reto sin precedentes. Este año que pareció eterno también nos deja la certeza de que siempre podemos dar un paso más, de que, por más que intenten doblegarnos, siempre encontraremos la fuerza para enderezarnos. Gracias por vuestro ejemplo.

Esta es la última carta que os escribo antes de acabar mi mandato como presidente de Médicos Sin Fronteras y desgraciadamente empieza con profunda tristeza y rabia. Estos son días terribles de duelo por el asesinato de María, Yohannes y Tedros en Etiopía, y nada de lo que escriba puede transmitir la devastación en la que su pérdida nos ha sumido. Mi pensamiento ahora solo puede estar con sus familias y amigos.

Dr. David Noguera
Presidente de Médicos Sin Fronteras España