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Las terribles cifras del aborto

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embrión humano, Biologos

Según la OMS cada año se practican 73,3 millones de abortos en el mundo. 200.821 cada día. 8.367 cada hora. ¡139 abortos por minuto !

¡Aterrador!, esa es la palabra correcta para calificar lo que está sucediendo en el mundo con el tema del aborto, que pareciera que a la humanidad le importa poco si está legalizado o no porque se siguen multiplicando la cantidad de abortos practicados en este cada día más enfermo planeta tierra. Las cifras no las da ningún organismo particular sino la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Según las estadísticas de la OMS cada año se practica una media de 73,3 millones de abortos en el mundo. 200.821 cada día. 8.367 cada hora. ¡139 abortos por minuto! Dantesco, inhumano, una práctica que solo unos desalmados pueden cometer.

No son meras cifras, no se trata solo de estadísticas, son seres humanos en etapa de formación embrionaria a los que están asesinando médicos irresponsables que juraron salvar vidas, y madres cuyo más sagrado deber es cuidar a sus hijos desde la misma concepción, pero entre ambos se han confabulado para matar el propósito de esos hombres y mujeres que jamás llegarán a serlo, por lo menos no en la tierra, pero sí en el cielo, gracias a la misericordia del Señor y Creador.

Pequeños e indefensos bebés en formación que no le han causado ningún daño a nadie y tampoco pidieron venir a este mundo ni son culpables de la manera como fueron concebidos. Tampoco son responsables si su padre y su madre son unos desalmados cobardes e irresponsables; mucho menos si su madre es una feminista llena de odio, ideologías y conceptos preconcebidos a quien le importa muy poco asesinar al fruto de su vientre, bajo la consigna de que «es mi cuerpo y hago con él lo que me parezca».

Ahora, veamos el asunto desde la otra cara de la moneda, la de la verdad de Dios establecida en su eterna Palabra contenida en la Biblia. Uno de los mandamientos dice tajantemente: «No matarás» (o ‘no asesinarás’, que es la traducción correcta); y esto aplica sin excepción alguna. También podemos apreciar lo que Dios dice en el Salmo 139, y no es casual que sea el mismo número actual de los abortos por minuto:

«Porque tú formaste mis entrañas; me entretejiste en el vientre de mi madre. Te doy gracias, porque has hecho maravillas. Maravillosas son tus obras, y mi alma lo sabe muy bien. No fueron encubiertos de ti mis huesos a pesar de que fui hecho en lo oculto y entretejido en lo profundo de la tierra. Tus ojos vieron mi embrión y en tu libro estaba escrito todo aquello que a su tiempo fue formado, sin faltar nada de ello» (vv. 13-16).

El salmista deja en claro que desde que sucede la fecundación en el vientre de la madre ya ese nuevo ser tiene vida, propósito, y a partir de ahí toda su formación embrionaria está en las manos del Creador hasta su concepción y vida terrenal; por lo que interrumpir un embarazo desde el mismo día de la formación del cigoto donde ya hay alma y existencia propia, no es más que un asesinato al no nacido y la violación a los mandamientos y preceptos divinos.

Es más, desde hace unos años, científicos israelíes determinaron que «la vida humana comienza en un brillante destello de luz en la fecundación, cuando un espermatozoide se encuentra con un óvulo, después de capturar los asombrosos ‘fuegos artificiales’ en un video. Una explosión de pequeñas chispas surge del óvulo en el momento exacto de la concepción».

Este importante descubrimiento viene a reforzar lo que dice Juan en su evangelio: «Todas las cosas fueron hechas por medio de ella [La Palabra/el Verbo/Jesucristo], y sin ella no fue hecho nada de lo que ha sido hecho. En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres» (1:3-4). La luz es vida, una vez el espermatozoide penetra el óvulo, hay ‘una explosión de pequeñas chispas (luz)’; de manera que ya el cigoto -formado por el espermatozoide y el óvulo unidos- es un ser a quien la luz de Dios le dio vida desde el mismo momento de la fecundación, así que interrumpir un embarazo desde ese mismo instante es un aborto. Así de claro.

Un aborto es una manera cruel y violenta de matar a un embrión humano en formación, es robarle la oportunidad de nacer y cumplir con el propósito divino para el cual fue enviado al mundo; a Dios le darán cuenta los culpables del mismo, no solo por acabar con una vida en proceso de formación, sino por todo aquello que debió hacer y nunca hizo por causa de sus asesinos, porque hasta allá llegará la justicia divina para los practicantes de un aborto.

Sin embargo, existe una oportunidad para quienes arrepentidos por lo hecho busquen el perdón del Señor, tanto para los progenitores como para cada uno de los médicos y enfermeras que participan de un aborto; la gracia de Jesucristo a través de su sangre derramada en la cruz es poderosa para perdonar y limpiar cualquier pecado, incluido el acabar con una vida en formación, siempre y cuando acudan a Él en procura de perdón y salvación. Esa es la única manera de escapar del juicio venidero por la práctica del aborto.