Niños y adolescentes son seducidos para a unirse a grupos armados en el interior del país cafetero.
Seguir a Jesús dentro de una comunidad indígena es un desafío para muchos cristianos. La Revista Puertas Abiertas informa sobre el caso de Valentina, una niña que vivió la intolerancia religiosa desde pequeña en Colombia.
En las escuelas de algunas comunidades indígenas, los hijos de indígenas cristianos son insultados y atacados por sus compañeros y discriminados por los maestros. En casa, son acosados por sus vecinos y corren el riesgo de ser secuestrados e incluso asesinados por grupos armados.
Ante estos riesgos, Valentina fue enviada al albergue llamado “Hogar Cristiano”, un lugar que se encuentra a más de 15 horas en automóvil del pueblo donde viven sus padres.
“Estábamos tristes de enviar a nuestra hija tan lejos que no podíamos verla, pero felices al mismo tiempo de saber que ya no estaría en peligro”, reconoce Francisco, padre de la adolescente.
El comienzo no fue fácil, pero Valentina y su hermano Elver están protegidos y pueden estudiar en paz. “Al principio, estaba muy triste pues sentía mucha falta de mi familia, pero ahora no quiero irme de aquí. No tenía libertad donde vivía y siempre quise salir de allí”, explica la joven cristiana.
Además de recibir una educación formal en el albergue, la adolescente recibió tratamiento médico cuando descubrió una enfermedad cardíaca. Gracias a Dios este problema no logró socavar la fe en su corazón: “Bueno, siempre entendí que todo en esta vida tiene un propósito”.
Valentina cumplió 15 años este 2022 y pronto terminará la escuela secundaria. Planea estudiar Artes, también sueña con viajar y conocer a mucha gente para compartir lo que ha vivido y poder ayudar a otros predicando el evangelio.
