Inicio Iglesias Extendiendo el Evangelio en los lugares más peligrosos

Extendiendo el Evangelio en los lugares más peligrosos

510
0

En muchos países, Puertas Abiertas hace uso de las redes de cristianos e iglesias clandestinas para fortalecer a reductos escondidos de cristianos difíciles de acceder.Hameedullah es uno de nuestros colaboradores que viaja por rutas peligrosas para compartir el Evangelio y traer ánimos y Biblias y literatura a los creyentes. Él y sus compañeros de trabajo, que arriesgan su vida por lo que hacen, necesitan nuestras oraciones. Tú también puedes apoyarle con tu donativo. Necesitamos tus oracionesy apoyo económico para permitir el trabajo de hermanos como Hameedullah.

Esta historia proviene de una tierra lejana que se encuentra en lo alto de la  ListaMundial de la Persecución. Se trata de un refugiado que conoció a Cristo en un ambiente hostil e islámico. Algunos de sus familiares se convirtieron en cristianos clandestinos y otros en terroristas. Un cristiano de su país lo desafió a compartir elEvangelio y fue secuestrado por ello. Ahora, Hameedullah* solo puede confiar ensus musculosas piernas, en Dios, y en nuestras oraciones para hacer lo que Dios leha pedido que haga: subir montañas empinadas y difundir el evangelio de la paz.

Hameedullah creció en las laderas, a un tiro de piedra de patria, en una tienda de campaña. Su padre y su madre se convirtieron a Cristo como resultado deltestimonio fiel de una comadrona cristiana que mostró compasión y sensibilidad porlas necesidades emocionales, físicas, culturales y espirituales de la familia.

Estábamos en una tierra extranjera que nunca se convertiría realmente en nuestra casa”, dice Hameedullah. La gente nos escupió y nos maldijo por venir a su país ypor vivir de las ‘bendiciones de su tierra’. Estábamos agradecidos de que elgobierno de ese país nos abriera sus fronteras, pero la gente no estaba tan cómodacon nosotros, con nuestro lenguaje y con nuestra manera de hacer las cosas».

El padre de Hameedullah, Baba Jani, se topó con Jesús en un sueño. “Mi padre preguntó a la comadrona cristiana quién era el hombre de su sueño. Ella le contó acerca de Jesús y le dio una Biblia. Pero él no sabía leer, así que ella le envió aclases de alfabetización. Allí le enseñaron a leer. Observó al personal cristiano ycómo se trataban y trabajaban juntos. Para él, así debía ser la vida. Su vínculo erareal. Le gustaba lo que veía y, finalmente, mis padres fueron bautizados y seconvirtieron en miembros de la familia de Dios. Naturalmente, yo también meconvertí”.

Hameedullah creció en una parte del mundo donde la creencia en Dios resulta fácil para los niños, pero la fe de Hameedullah fue única porque, en medio de un campode refugiados lleno de gente musulmana, su fe estaba puesta en el Jesús de laBiblia.

Por tanto, no es de extrañar que no todos los miembros de su familia creyesen enCristo. Algunos incluso se unieron a organizaciones extremistas y se convirtieron enterroristas. Pero la vida de Hameedullah tomó un rumbo distinto. Sentía el llamadode Dios en su vida. “A veces mi fe era tan secreta que incluso yo consideraba queera un secreto para mí mismo”, dice. “Mi fe me sorprendía cuando tenía que tomardecisiones como refugiado que vivía ilegalmente y no deseado en otro país. Mi feme sorprendía cuando experimentaba la gracia de Dios ante la persecución y el desplazamiento”.

“La muerte de Qareem me convirtió en evangelista”

Un día Qareem, un compañero que también era cristiano clandestino, visitó aHameedullah cuando este tenía 40 años. Qareem se había convertido unos años antes de conocer a Hameedullah. El Espíritu Santo le empujó a hacerse misionero para su propio pueblo. Fue en sus viajes por la región donde vivía y servía que conoció a Hameedullah. La vida de Qareem le desafió a pensar en la idea de compartir el Evangelio que tanto amó. Pero aún tenía temor de asumir riesgos parael Señor.

Diez años después, Qareem fue secuestrado y nadie ha oído hablar de él desde entonces. Probablemente fue asesinado por evangelizar en una región donde nohay perdón por convertirse del islam y mucho menos por compartir el Evangelio.“Cuando el hermano Qareem desapareció, el grupo de compañeros cristianosclandestinos se vio en grave riesgo y nos dispersamos”, dice Hameedullah.

Lamentó la pérdida de su amigo. Al mismo tiempo, anhelaba ayudar a sushermanos y hermanas clandestinos. “Estaban decayendo en la soledad, en el aislamiento y el hambre espiritual. Me uní a una de las organizaciones clandestinascolaboradoras (de Puertas Abiertas) y distribuí literatura cristiana para ellos.También participé en trabajos de traducción. A menudo, me dirigí a las montañas demi país y les expliqué el Evangelio a otros que habían llegado a ver a Cristo ensueños y visiones. La muerte de Qareem cambió mi vida. Me convertí enevangelista, como él quería que yo fuera».

Hoy, Hameedullah es pastor de iglesias clandestinas y se ocupa de miles decristianos en un país que se niega a creer que los cristianos existen en su tierra. Sutrabajo incluye alentar a los pastores, entrenar y formar diáconos y misioneros laicospara predicar el Evangelio y cuidar de los nuevos creyentes en toda la parte del paísdonde sirven. “Muchos de nuestros obreros laicos y ministros juveniles estáninvolucrados en el cuidado de las viudas y de las familias de los mártires oenseñando en las escuelas para influir en las vidas y las mentes de los jóvenes. Sonfieles y necesitan las oraciones de la Iglesia global».

Hameedullah y sus compañeros piden oración por seguridad y aliento: “A muchosde nuestros niños los reclutan organizaciones extremistas o se vuelven adictos a las drogas. Somos vulnerables ante aquellos que vigilan las actividades no islámicas y están dispuestos a informar a las autoridades. Así fue como el Hermano Qareem fue descubierto por una organización extremista y se lo llevaron. Orad por nosotros,para que sepamos dónde poner nuestros pies y a quién ministrar. Orad para quepodamos escuchar la voz pequeña y sutil de Dios.