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¿Qué ganamos estando más cerca de los cristianos perseguidos?

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Aunque conocemos sobre la persecución a los cristianos en Latinoamérica, la Iglesia Perseguida parece tan distante de nosotros, una realidad tan diferente a la nuestra. Sin embargo, cuando la conocemos más de cerca, aprendemos con ella y somos verdaderamente edificados.

La Iglesia Perseguida parece tan distante de nosotros, una realidad tan diferente a la nuestra. Sin embargo, cuando la conocemos más de cerca, aprendemos con ella y somos verdaderamente edificados.

Actualmente, más de 215 millones de cristianos son perseguidos por su decisión de seguir a Cristo. Ellos son humillados, maltratados, presos y, muchas veces, también pierden su vida por no negar su amor y convicción por Jesús. Cuando escuchamos sus historias de fe y perseverancia, somos fortalecidos e inspirados para seguir adelante. Pero, los beneficios de conocerlos más de cerca, van más allá de lo que imaginamos.

La Iglesia Perseguida nos acerca a Jesús

La Biblia nos muestra testimonios de muchos hermanos que fueron perseguidos por causa de su fe, pero que permanecieron firmes para cumplir la voluntad de Dios a pesar de las dificultades. En Colosenses 1.24, vemos cuando el apóstol Paulo se encuentra preso y aun así continúa agradeciendo y glorificando a Dios. «Ahora me alegro en medio de mis sufrimientos por ustedes, y voy completando en mí mismo lo que falta de las aflicciones de Cristo, en favor de su cuerpo, que es la iglesia.»

La Iglesia Perseguida nos enseña a ser obedientes

Los hermanos que sufren persecución hacen de la oración y de la Palabra de Dios una prioridad en sus vidas. Las difíciles oportunidades en obtener una Biblia o vivir experiencias de oración y adoración llevan a estos hermanos a desarrollar un cotidiano enfocado en conocer al Señor y obedecerle. Los testimonios que leemos todos los días testiguan de la fidelidad constante de ellos, a pesar de las dificultades que enfrentan para vivir su fe en Jesús.

La Iglesia Perseguida nos muestra a amar a nuestros enemigos

La viuda Damaris, de Nigeria, habló sobre la experiencia de perder a su esposo: «Yo debo perdonar a los que asesinaron a mi esposo. Ellos llevaron parte de mi familia, pero no lograron llevar mi capacidad de amar. La palabra de Jesús no me deja con otra alternativa».
Hay muchos testimonios como este. Nuestros hermanos aprenden a perdonar, aunque enfrenten severas heridas en sus corazones. Sus vidas son ejemplos para nosotros y colaboran para la obra de transformación que el Espírito Santo anhela cumplir en nuestros corazones.