“La familia, dirigida por el jefe de la familia (mi abuelo) había decidido llevar a cabo esta operación con cinco niñas, conmigo, mi hermana y mis tres primos”, dijo Rabab.Su padre, un maestro, estaba en contra, pero no podía anular a su abuelo, el patriarca de la familia.
“Estábamos jugando juntos y de repente nos llevaron”, dijo. Su tía transportó a Rabab y las otras cuatro niñas a “un conocido ginecólogo“, el mismo médico que llevó a Rabab al mundo.
La MGF implica el corte ritual o la extirpación de algunos o todos los genitales femeninos externos. La práctica se encuentra en África, Asia y Medio Oriente. Increíblemente, alrededor de 200 millones de mujeres en 30 países se han sometido al procedimiento, según UNICEF.
La MGF puede incluir la eliminación de la capucha del clítoris y el glande del clítoris; remoción de los labios internos; y remoción de los labios internos y externos y cierre de la vulva. En este último procedimiento, conocido como infibulación, se deja un pequeño orificio para el paso de la orina y el fluido menstrual; La vagina se abre más tarde para el coito y se abre más para el parto, según UNICEF. 
“Ni siquiera usaban anestésicos“. Dos (enfermeros) me agarraron. “Estaba llena de miedo y confusión”, porque siempre le habían dicho que ningún hombre debería ver las partes privadas de su cuerpo.
Durante todo el procedimiento, Rabab gritaba, se desmayaba y luego se despertaba. “Estaba tratando de luchar contra ellos tan duro como pude. Estaba frenético. Cuatro de ellos tuvieron que abrazarme “.
Dos o tres horas después del procedimiento, Rabab se despertó aturdido. “No sabía lo que estaba pasando. La gente entraba y salía, pero yo realmente no estaba allí. Estaba en otro mundo “.
Toda su inocencia y pureza habían sido pisoteadas, sintió. Rahab estaba convulsionado con el deseo de venganza. Debido al impacto latente de su trauma emocional, no pudo hablar con su familia durante tres años.
Rabab comenzó a mostrar un comportamiento agresivo. “Empecé a elegir peleas como un niño. Empecé a hablar como un niño. Aprendí a luchar como ellos. Golpearía a cualquier niño que se me acercara “, recordó.
Cuando su madre le pidió que hiciera tareas domésticas como su hermana, ella dijo: “Ya no soy una niña. Me negabas el derecho de ser una mujer completa, así que no me preguntes nada más como mujer “.
Rabab es aprensivo sobre el matrimonio, preocupado de que su esposo “se disguste, la vea como deforme”.
Muchos creen, falsamente, que la MGF es un requisito religioso. Sus comienzos en el noreste de África preceden al Islam, pero la práctica se vinculó con el Islam debido al enfoque de esa religión en la castidad femenina.
Si bien no se menciona en el Corán, se alaba en los hadices (dichos atribuidos a Mahoma) como nobles pero no obligatorios. En 2007, el Consejo Supremo de Investigaciones Islámicas de Al-Azhar en El Cairo dictaminó que la mutilación genital femenina “no tenía fundamento en la ley fundamental islámica ni en ninguna de sus disposiciones parciales”.
Los misioneros cristianos en África se opusieron a la MGF cuando la encontraron por primera vez, pero han sido unas pocas comunidades cristianas en África para practicarla.
