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TANZANIA: UNO A LA VEZ

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A lo largo del corredor Serengeti, hay un gran número de
aldeas sin acceso al evangelio. El pueblo taturu se aferra con
vehemencia a las tradiciones de brujería y adoración
ancestral. Allí llegó Tukiko Omosso, un pastor y plantador de iglesia que hace años completó el Entrenamiento de Discipulado Misionero de OM en Zambia y desarrolló un corazón por el pueblo taturu. A su regreso, Tukiko y su esposa se asentaron en la selva africana. Ahora Tukiko recuerda las bendiciones de Dios. “Cuando llegamos hace cinco años para plantar una iglesia, no había camino”, contó. “Era difícil
viajar en una motocicleta. Pero cuando comenzamos la iglesia, el gobierno construyó esta linda ruta. Así trabaja Dios a veces: Vas a un lugar remoto y Dios tiene el propósito de glorificarse a
sí mismo y se hace camino.” Tukiko y su iglesia han comenzado
cinco nuevas iglesias, pero el camino no ha sido fácil. Luego
de años de lucha, las iglesias están creciendo, pero lentamente. El crecimiento limitado es atribuido por Tukiko a la oscuridad espiritual que reclama Taturulandia. “Es difícil atraer al pueblo Taturu a Cristo debido a sus tradiciones”, comentó en referencia a la brujería y a las prácticas culturales que los amarran. “Pero vamos ganando de a uno a la vez.” ‘Ganar a uno’, ese fue el pensamiento de Tukiko y su esposa cuando decidieron aventurarse con esta iglesia. “Dijimos: ‘cueste lo que cueste, queremos ver a una persona en Taturulandia venir a Cristo’”, dijo. “Y hemos visto a Dios cambiar a más de uno.”
Tukiko decidió agregar más iglesias. Además de las cinco ya plantadas, su propia iglesia está entrenando a seis hombres más para ser plantadores de iglesias. “Quiero que mi iglesia sea un modelo de misiones”, dijo. “Siempre enviando. No podemos estar senado mientras la gente muere.”