El joven Pilera estaba de vacaciones con su tía en Bangui (República Centroafricana), cuando la ciudad fue atacada.
Después de un largo vuelo, la niña y su tía fueron a parar a un campo de refugiados en el Congo; pero más noticias de la madre de Pilera pierde en pánico.
Gracias a los voluntarios de la Cruz Roja, las dos mujeres fueron finalmente lo remontar a un campo de refugiados en Camerún.
Durante un año, Pilera y su madre intercambiaron noticias a través de mensajes de Cruz Roja y fotos, lo que les permitió calmar un poco el dolor de la separación.
Llena de impaciencia, Pilera dejó para unirse a su madre tan pronto como fue posible.
Después de una larga separación, la madre se negó en un principio a creer en el regreso de su hija. Después de 30 minutos, los voluntarios de la Cruz Roja lograron convencerla para encontrarse con él.
Al ver Pilera, la emoción fue inmensa. La madre y la hija cayó en los brazos de uno al otro, llorando de alegría.
