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Yong Sook: “Soy el fruto de las oraciones de mis abuelos”

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COREA DEL NORTE

Una de las cosas sorprendente que Puertas Abiertas ha descubierto al ayudar a miles de norcoreanos que vienen de familias cristianas es que Dios nunca ha abandonado a estas familias. “Me acuerdo los dos abuelos”, nos dice Choi Yong Sook, y continúa: “mientras hacía los deberes escuchaba sus conversaciones y decían cosas muy raras. Hablaban sobre la segunda venida de Jesús y sobre cómo Esaú vendió su derecho de primogenitura por un plato de comida. Y pensé que debía haberse tratado de un plato de comida muy rico. También pensé que, por un lado, el hacerte mayor significa hablar sobre cosas raras. Más tarde mi abuelo y mi padre fueron arrestados por formar parte de la red cristiana. Fuimos desterrados del pueblo.  Y mi abuelo me dijo que creyera en Dios”.

La vida de Yong Sook fue dura y no recibió ninguna enseñanza sobre Dios; sólo conoció a Dios cuando entró en la cárcel por intentar huir de Corea del Norte.

“No había pensado mucho en el Dios de su abuelo, que estaba en prisión. Pero esto cambió cuando una anciana fue también encarcelada por haber robado comida e irrumpir en un antiguo establo de cerdos sin permiso de su madre. Y podía oírla: “¡Querida mamá, por favor perdóname, perdóname!”

“Por aburrimiento, empecé a orar a mi madre también. Oré a mi madre para que me ayudase a salir. Luego, al pensar que mi padre probablemente es más fuerte, empecé a orarle a él. Y quizá mis abuelos eran más fuertes todavía, así que empecé a orarles a ellos”.

“Me pregunté quién era la persona más fuerte que conocía para orarle, y llegué a la conclusión de que era el Dios de mis abuelos. Así que le pedí si me podría librar”.

“No era una creyente todavía, pero creo firmemente que, gracias a estas oraciones extraordinarias en la oscuridad de la celda fui bendecida. Recordé una novela de mi juventud, un libro robado. Y el personaje principal era un cristiano que también oraba a Dios. Y empecé a repetir lo que él decía: ‘Todopoderoso, Santo, Santo Padre, misericordioso, misericordioso Padre…’, repetía esta frase cada mañana”.

 Cuando, después de unos meses de tortura, fue librada de prisión, Yong Sook pudo huir a China. Y por primera vez en su vida tuvo la oportunidad de leer la Biblia. La encontró entre unas historias que su abuelo acostumbraba a contar. “Entonces me di cuenta de que mi abuelo tuvo razón todo el tiempo. Que Dios existe y había escuchado mis oraciones”.

La primera vez que Yong Sook fue a una iglesia china tuvo una experiencia increíble. Quería experimentar la iglesia y ver cómo era. “A la puerta había un hombre que me saludó en coreano: ‘Annyung haeseo’. Desde ese momento mi mente cambió. Me sentí a salvo, que podía confiar en esas personas. La gracia vino sobre mí. Me senté, cerré los ojos y me imaginé a mí misma llorando. Sabía que estaba realmente a punto de llorar. Y que si abría la boca no habría podido parar de llorar y gritar, y todos habrían descubierto que era una desertora norcoreana. Así que, con todas las fuerzas, mantuve la mandíbula cerrada. Y al terminar el culto, la cara me dolía de tanta tensión”.

Yong Sook se hizo creyente y ahora dice: “Soy el fruto de las oraciones de mis abuelos”.

Oramos por las familias de Corea del Norte

Sin duda la oración más importante para un padre cristiano de Corea del Norte es que un día pueda compartir el Evangelio con sus hijos. Por favor, oremos:

  • Para que los padres norcoreanos tengan oportunidades de testificar del Evangelio con sus vidas, aunque no puedan hablar de su fe abiertamente.
  • Para que sus hijos ya crecidos y maduros tengan oportunidades para compartir el Evangelio con seguridad.
  • Por protección para las familias cristianas y para que la inocencia de los niños no les haga caer en trampas.
  • Para que Dios sostenga a las familias en sus manos durante generaciones.