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Argentina: Los soldados caídos cuya identidad solo Dios conoce

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“Dejemos que los historiadores juzguen la coyuntura y honremos a quienes besaron con su sangre el suelo de la patria”, dijo alguna vez Jorge Bergoglio, hoy Francisco, sobre las Malvinas

Concluyeron las obras de exhumación en el cementerio de las Islas Malvinas donde descansan los restos de más de 230 soldados caídos argentinos durante la guerra de 1982. Se trata de una obra encabezada por la Cruz Roja Internacional, tras un acuerdo con los gobiernos argentinos y británicos, para identificar los 123 cuerpos allí sepultados cuya identidad se desconoce.

Cada soldado desconocido fue exhumado, y tras la obtención de una muestra que será analizada en la Argentina, fue sepultado en su tumba original. El respeto con el que fue ejecutado tan delicado y planificado trabajo fue sorprendido hace pocos días cuando trascendieron en algunos perfiles de redes sociales fotografías del proceso. Casi ningún, o acaso ningún medio de comunicación, se hizo eco de esas imágenes respetando el proceso y condenando las filtraciones.

La tarea humanitaria es un acuerdo inédito entre los gobiernos argentino y británico, que pese a la cordialidad en las relaciones diplomáticas, suelen tener siempre discrepancias en torno a las Islas Malvinas, conocidas en Gran Bretaña como Falklands.

No todas las familias argentinas de caídos no identificados prestaron su consentimiento para esta tarea, alegando, entre otros motivos, que supondría para ellas reabrir heridas. Es que pese a las lógicas animosidades entre los pobladores de las Malvinas y la Argentina, y entre dos países que se enfrentaron bélicamente hace escasos 35 años, destacan el respeto que se ha tenido desde Gran Bretaña al sepultar dignamente a los caídos.

Para muchos, el haber logrado la inauguración de un cenotafio (monumento funerario) en 2009 había cerrado el proceso. Por ese entonces, el arzobispo de Buenos Aires, cardenal Jorge Bergoglio,celebró una misa en la catedral de Buenos Aires antes de la partida de los familiares que viajaron a Malvinas a la inauguración en la que instó a los familiares: “Dejemos que los historiadores juzguen la coyuntura y honremos a quienes besaron con su sangre el suelo de la patria”.

El prolijo cementerio de Darwin se asoma entre desolados paisajes alejados del Puerto, donde se concentra la población que habita las islas. Su ubicación fue cuidadosamente elegida en 1983 por el coronel británico Geoffrey Cardozo, encargado de organizar una dignísima sepulturapara los caídos del enemigo.

Cardozo había viajado a las Malvinas para trabajar en mantener la disciplina de soldados británicos sobrevivientes y que habían permanecido en las Islas. Pero al poco tiempo, los ingenieros que trabajaban en la identificación de minas le reportaban de cuerpos de argentinos hallados.

Ante la voluntad del gobierno argentino de entonces de que los cuerpos permanezcan en las Islas, se emprendió el cuidado armado de un cementerio, para el que se llevó incluso a empleados de una funeraria inglesa. “Cuidé y respeté cada cuerpo. Los envolví primero en una sábana, como a Cristo, los metí en una bolsa de plástico negra, y luego en una bolsa blanca de PVC, donde anoté con tinta indeleble todos los detalles. Por último, cada soldado fue depositado con respeto en un ataúd de madera. Y sobre el ataúd, volví a anotar todos los datos. Buscaba que esos cuerpos pudieran preservarse para una futura identificación”, expresó en una entrevista al portal Infobae Cardozo.

La inauguración del cementerio el 19 de febrero de 1983 fue grabada para constatar la dignidad con la que se abordó la tarea. En la grabación, revelada por el mismo portal Infobae en una pieza sin cortes de edición, se puede ver a fuerzas militares británicas honrando a caídos argentinos, y a dos sacerdotes católicos y un capellán protestante rezando ante las tumbas. Sin contexto, parecen fuerzas armadas despidiendo a sus propios compatriotas.

Recientemente, antes de acompañar esta misión humanitaria, Cardozo quiso por sus propios medios visitar la Argentina, y conversar con padres de caídos. “Yo fui el último que tocó el cuerpo de su hijo, lo hice con respeto y cuidado, y lo enterré con honor como él lo merecía”, le dijo a padres que 35 años atrás perdieron a sus hijos.

Algunos familiares esperaban estas tareas de reconocimiento emprendidas por la Cruz Roja; otros no. Lo que parece fuera de discusión es que ninguna inscripción reconoce la dignidad del cuerpo desconocido como la acuñada como epitafio en las 123 tumbas que rezan: “Soldado argentino sólo conocido por Dios”.