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Varias ciudades se declararon provida en Argentina y Paraguay

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Manifestación en contra de la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo, en Buenos Aires

Quienes promueven estas resoluciones son movimientos políticos que militan contra las iniciativas de legalizar el aborto.

Carmen del Paraná, una ciudad paraguaya del departamento de Itapuá, fue declarada por su Junta Municipal “ciudad de Dios, pro vida y pro familia”. No fue la primera; se sumó a una larga lista de ciudades, distritos y provincias cuyos gobiernos emitieron declaraciones similares en Paraguay y Argentina entre de 2017 y 2018.

Lo inusual en el caso de Carmen del Paraná es que la declaración se revirtió. En noviembre, un mes después de que se emitiera la resolución, se aprobó un proyecto presentado por el presidente de la Junta Municipal, Jorge Collante, para dejarla sin efecto. Collante, del gobernante Partido Colorado, argumentó que la Constitución de Paraguay busca garantizar la laicidad y establece que “ninguna confesión tendrá carácter oficial”.

Pero otros municipios no dieron marcha atrás. Las ciudades declaradas pro vida en Paraguay superan la decena, y en la mayoría de los casos también se proclaman pro familia, aunque ninguna llegó a llamarse “ciudad de Dios”, como lo hizo Carmen del Paraná.

En el caso de Minga Guazú, otra ciudad proclamada pro vida y pro familia, la promotora de la iniciativa fue la diputada colorada Blanca Vargas. La dirigente argumentó que la propuesta era un reclamo de la “ciudadanía”, abogó por “conservar los valores fundamentales de la familia”. El vínculo con la fe también fue explícito en la ciudad Mariano Roque Alonso, que festejó su declaración como pro vida y pro familia en un acto en el que estuvieron representadas varias iglesias.

Quienes promueven estas resoluciones son movimientos políticos que militan contra las iniciativas de legalizar el aborto, que en Paraguay está penalizado, y de reconocer el matrimonio entre personas del mismo sexo. En el caso de la ciudad de San Lorenzo, el concejal que propuso definirla como pro vida y pro familia, Hugo Lezcano, también colorado, manifestó su voluntad de respaldar a esos movimientos, aunque sólo se tratara de un “apoyo simbólico”.

Las declaraciones de ciudades pro vida también se multiplicaron en Argentina en los últimos dos años, en varios casos como reacción a las movilizaciones a favor del proyecto de ley para legalizar el aborto identificadas con pañuelos verdes. Mientras el Congreso discutía esa iniciativa, que finalmente fue aprobada en Diputados pero naufragó en el Senado, Tucumán fue declarada provincia pro vida en una resolución del parlamento regional. Apoyaron la iniciativa 39 de los 43 legisladores y sólo votaron en contra tres peronistas y un representante de la Unión Cívica Radical.

Esa provincia estableció que es una política de Estado “la protección de la vida desde la concepción” y llamó a los municipios tucumanos a “desarrollar actividades y acciones a favor de las dos vidas”, expresión que utilizan quienes se oponen a legalizar el aborto y se identifican con pañuelos celestes.

Tucumán había sido precedida por Corrientes, con una declaración similar, mientras que Misiones amenazó con seguir el mismo camino si el proyecto de ley de interrupción voluntaria del embarazo era aprobado en el Congreso.