Cada 24 de octubre se conmemora el Día Internacional contra el Cambio Climático, una jornada de concientización y reflexión instaurada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) debido a los grandes trastornos producidos por el consumo excesivo que promueve el capitalismo desmedido.
El documento Los Pueblos Indígenas y el Medio Ambiente, elaborado por la ONU, destaca, “todos los Pueblos Indígenas comparten una relación muy estrecha con sus tierras ancestrales. Las leyes, costumbres y prácticas tradicionales reflejan tanto una adhesión a la tierra como la responsabilidad por la conservación de las tierras tradicionales para su uso por las generaciones futuras”.
Existen varios documentos de la Iglesia en los que el Papa Francisco alerta sobre la crisis climática que estamos viviendo: Laudato Sí’ realiza una valiosa contribución al desarrollo de una conciencia ecológica que aporte al cuidado de la Casa Común, llamando a la justicia y la solidaridad y destacando el valioso aporte que hacen los Pueblos Indígenas, que con su sabiduría ancestral saben dialogar con la Tierra, escucharla, verla, tocarla, vivir en armonía con ella. “Para ellas (las Comunidades Aborígenes), la tierra no es un bien económico, sino don de Dios y de los antepasados que descansan en ella, un espacio sagrado con el cual necesitan interactuar para sostener su identidad y sus valores.” (LS’ 146).
El Documento Final del Sínodo para la Amazonía -resultado de la escucha atenta de los desafíos y posibilidades que presenta la Amazonia, “corazón biológico” de nuestro planeta tierra- invita a encontrar una nueva dirección que permita salvarla de la carrera hacia la muerte provocada por el impacto irreversible del extractivismo. “En la selva no solo la vegetación está entrelazada sosteniendo una especie a la otra, también los Pueblos se interrelacionan entre sí en una red de alianzas” (Documento Final del Sínodo para la Amazonía 43).
Querida Amazonía, en la que Francisco sugiere nuevos caminos de compromiso formulados como grandes sueños: “Sueño con una Amazonia que luche por los derechos de los más pobres, de los pueblos originarios, de los últimos, donde su voz sea escuchada y su dignidad sea promovida. Sueño con una Amazonia que preserve esa riqueza cultural que la destaca, donde brilla de modos tan diversos la belleza humana. Sueño con una Amazonia que custodie celosamente la abrumadora hermosura natural que la engalana, la vida desbordante que llena sus ríos y sus selvas”. (QA 7)
“La selva no es un recurso para explotar, sino un ser o varios seres con quienes relacionarse”, dice el Papa Francisco. (QA 42)
Así, los Pueblos Indígenas -vida para más vida-, nos muestran el camino.
