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Pulso a la desnutrición

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El brazalete MUAC indica que Abakar Idrissa, de 18 meses, está en riesgo de desnutrición.Djerabe Ndegrgar

Nuestros equipos están presenciando graves crisis de desnutrición, sobre todo en países del Sahel y del Cuerno de África. Años de malas cosechas, la fragilidad de los sistemas de salud y el incremento del precio de los alimentos son algunas de las causas; garantizar la cobertura de vacunación y el suministro de complementos nutricionales en la edad de crecimiento infantil, algunas de las soluciones.

Entre enero y agosto de este año, nuestros equipos en el noroeste de Nigeria trataron a 117.000 menores con desnutrición aguda. En algunos proyectos de la zona, llegaron a nuestros centros un 60% más de niños que durante todo 2021. “Es una cifra enorme y todo indica que, para finales de 2022, habremos atendido a 150000”, dice la doctora Isabelle Defourny.

El norte de Nigeria es uno de los muchos contextos en los que estamos presenciando profundas crisis de desnutrición. La franja del Sahel y el Cuerno de África son las regiones que más preocupan. Estamos registrando cifras sin precedentes, como las del distrito de Andre (Chad): el 60% de los ingresos hospitalarios en nuestras instalaciones corresponden a menores con desnutrición grave. En Baidoa (Somalia), hemos atendido, desde el pasado abril, a casi 15500 menores de 5 años con desnutrición.

“Sí, son cifras tremendas, pero la crisis nutricional no es nueva”, explica Montse Escruela, nuestra especialista en nutrición. “Venimos de años de malas cosechas causadas por sequías cada vez más prolongadas y de pérdidas de la siembra por grandes lluvias e inundaciones”, apunta.

Ahora mismo, luchamos contra la desnutrición con 100 programas en 25 países

los efectos del cambio climático se añade el embate de la COVID-19 contra unos sistemas de salud ya débiles. Con el confinamiento y el cierre de fronteras, cayó el comercio de alimentos, y esto afectó a los mercados locales y a los temporeros; estos, sin poder desplazarse, vieron reducidos drásticamente sus ingresos. Además, se desviaron fondos para atender los efectos de la pandemia y hubo campañas de vacunación paralizadas durante meses. “Pensemos lo que supone esto para la población más vulnerable en contextos así de frágiles”, añade Escruela.

Los efectos de los conflictos, los desplazamientos forzados y la falta de atención médica que afrontan las poblaciones de muchos países se ven agravados ahora por el encarecimiento del combustible, las materias primas y los fertilizantes, lo que, a su vez, ha disparado el precio de los alimentos.

Nuestros equipos hospitalizaron para su tratamiento a 82.000 niños y niñas con desnutrición grave en 2021 en todo el mundo.

© MSF/Pierre-Yves Bernard Instagram: @pyouaille

La punta del iceberg

“No tengo nada, no tengo dinero, los precios son desorbitados”, se lamentaba recientemente, con su bebé en brazos, Mariam Abdul al Rahman. Mariam, que llegó a Andre huyendo del conflicto en el vecino Sudán, aseguraba que “ha subido muchísimo el precio del grano, del jabón e incluso del carbón, el azúcar y el arroz”.

“Solo vemos una parte de una fotografía lamentablemente más amplia”, advierte Escruela. Esto se debe a que nuestros proyectos están en lugares muy concretos de países que son vastísimos, como Níger o Sudán del Sur. No vemos lo que ocurre en otras áreas, donde es probable que los índices de desnutrición sean también altos.

Además, debido a la inseguridad y a la topografía, a las personas les cuesta llegar hasta los centros de salud y a las organizaciones de ayuda les cuesta llegar a la población. Se añade el que septiembre y octubre son meses de escasez y la desnutrición se dispara. Las cosechas no empiezan hasta noviembre, pero ahora las sequías se prolongan. Es difícil saber qué depararán los próximos meses.

Asha pasa un control nutricional en un puesto comunitario de salud. República Democrática del Congo.

© Norah Mbadu Nzila

¿Cómo respondemos?

La primera respuesta es local y se centra en los niños menores de 5 años. “Lo primero que hacemos es tratarlos con alimentos terapéuticos y con antibióticos”, explica Escruela. En paralelo, se realizan campañas de vacunación y sesiones de desparasitación. Las vacunas son vitales, pues los brotes de enfermedades, en particular el sarampión y el cólera, así como los picos estacionales de malaria, van de la mano de la desnutrición. “Mis hijos nunca han tenido vacunas, salvo al nacer; el de 4 años enferma todos los años durante la época de lluvias”, contaba este verano Hussaina Ali a nuestros equipos en Maiduguri (Nigeria).

Pero es necesaria una respuesta global –o al menos regional inicialmente– y a largo plazo. La doctora Defourny habla de tres ejes. El primero es “la salud de los menores de 5 años”: deben garantizarse las vacunas y prevenirse enfermedades como la diarrea, la malaria, las infecciones respiratorias… El segundo es “el suministro de complementos nutricionales durante el crecimiento”, ya que los casos más graves de desnutrición van ligados frecuentemente a la pobreza. “Por eso –concluye–, el tercero debe ser el apoyo social y económico a las familias”.

Montse Escruela sube un peldaño más y pide que “los fondos se redistribuyan a las crisis que más los necesiten”, de forma que más entidades puedan trabajar en estas crisis y así ganarle el pulso a la desnutrición. “Sin esa ayuda, quienes le plantamos cara ahora en solitario no podremos con ella”.

5 claves de las crisis de desnutrición

La desnutrición no es hambre. Es una enfermedad debida a la carencia de nutrientes esenciales. Al debilitarse el sistema inmunológico, el niño queda expuesto a las enfermedades. Cada año, muere de desnutrición o por causas relacionadas tres millones de menos de 5 años.

  • Los más vulnerables son los niños menores de 5 años y las mujeres embarazadas o lactantes.
  • Enfermedades como el cólera o el sarampión agravan la desnutrición y la mortalidad relacionada.
  • El agua y el saneamiento de mala calidad causan enfermedades directamente relacionadas con el estado nutricional, como la diarrea.
  • Los conflictos y el desplazamiento son un factor más: se destruyen los medios de vida y las familias se alejan de sus bienes, sus cultivos, su ganado…
  • El encarecimiento del transporte dificulta que las personas acudan a los centros de salud, así como (en general) el suministro de alimentos y medicamentos.

Al detalle

3.000.000

de menores de 5 años mueren de desnutrición o por causas relacionadas cada año

2 de cada 3

niños con desnutrición aguda no reciben el tratamiento vital que necesitan

100

programas especializados de MSF luchan ahora mismo contra la desnutrición en 25 países

203.400

niños con desnutrición recibieron tratamiento nutricional ambulatorio en nuestros programas en 2021