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LA BIBLIA Y LA IDEOLOGÍA DE GÉNERO

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La primera edición del 2017 de la revista National Geographic ha sorprendido. Es una abierta promoción de la homosexualidad y una defensa cerrada de la ideología de género que merece una respuesta categórica. Aquí se expone el punto de vista de la Biblia.

La confusión con respecto al género, la sexualidad, la masculinidad y la femineidad está desenfrenada en nuestra cultura occidental. Pero Dios no es “el autor de la confusión, sino de paz” (1 Corintios 14:33), y nos ha “dado todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad” (2 Pedro 1:3). No nos ha dejado solos preguntándonos algo tan básico como nuestra identidad como hombres y mujeres.

Cuando seguimos a nuestra cultura, surge la confusión. Como muestra claramente el número de National Geographic referido a ese tema, los roles de sexo e incluso el concepto de género en sí son radicalmente diferentes entre culturas y generaciones.

En Occidente, lo que se acepta ahora, para bien o para mal, era difícil de entender para las generaciones anteriores. Pero la Palabra de Dios nos proporciona respuestas que no cambian con la cultura.

En las Escrituras se evidencia que nosotros, como hombres y mujeres, hemos sido creados con distinciones: Así creó Dios al hombre a su imagen; a la imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó (Génesis 1:27).

Nuestra cultura está tratando de borrar, ignorar o minimizar las diferencias entre hombres y mujeres. Nos quieren hacer creer que los hombres y las mujeres son básicamente lo mismo, una opinión no apoyada por la ciencia. Pero la Biblia es clara: Dios creó dos sexos, varón y mujer. Bajo la Ley del Antiguo Testamento, incluso se consideraba una abominación que un hombre usara ropa de mujer o que una mujer usara ropa de hombre (Deuteronomio 22:5), tenía que haber una distinción visible.

En todos los libros de las Escrituras, hombres y mujeres son tratados como iguales (Gálatas 3:28). Ambos fuimos hechos a la imagen de Dios, y ninguno de los dos es más o menos que el otro. El maltrato, la degradación y la opresión de las mujeres, tanto en el pasado como en el presente, no tienen cabida en una cosmovisión cristiana.

De hecho, el Nuevo Testamento fue radical en su tiempo en cuanto a su tratamiento de las mujeres. Por ejemplo, Jesús se detuvo a hablar con una mujer samaritana, algo que los hombres judíos no hacían, y ello se evidenció en la sorpresa de sus discípulos (Juan 4:27). También permitió que María se sentara a sus pies y aprendiera, aunque esto violara la ley rabínica (Lucas 10:38-42). Las mujeres fueron las primeras testigos de la Resurrección de Jesús, y Él les ordenó que contaran a los discípulos acerca de esto (Mateo 28:9-10), aunque el testimonio de una mujer no se consideraba válido en ese tiempo.

 

Iguales, no idénticos

Ser iguales no significa necesariamente ser idénticos. Tanto los hombres como las mujeres han sido igualmente creados por Dios a su imagen, pero reflejamos esa imagen de manera diferente.

Para el matrimonio, la Biblia ofrece pautas específicas para cada sexo. La esposa debe ser la “ayuda” de su marido (Génesis 2:20) y someterse a él (Efesios 5:22). Las mujeres de más edad deben ser “reverentes en su porte, no calumniadoras, no esclavas del vino, maestras del bien”. Las mujeres más jóvenes deben “amar a sus maridos, amar a sus hijos, ser prudentes, cuidadosas de sus casas, sujetas a sus propios maridos” (Tito 2:3-5). Los esposos deben amar a sus esposas como Cristo amó a la iglesia (Efesios 5:28) y ser la cabeza del hogar (1 Corintios 11:3).

La mujer virtuosa descrita en Proverbios 31 establece un patrón que las mujeres solteras y casadas deben seguir, y por el cual son alentadas. Este pasaje, el consejo que la madre del rey Lemuel le dio, describe las características de una mujer piadosa: trabajadora, diligente, digna de confianza, generosa, sabia y bondadosa. Y Pablo dice que los jóvenes deben ser “… prudentes; presentándote tú en todo como ejemplo de buenas obras; en la enseñanza mostrando integridad, seriedad, palabra sana e irreprochable, de modo que el adversario se avergüence, y no tenga nada malo que decir de vosotros (Tito 2:6-8).

¿Cómo se supone que debemos honrar los mandamientos únicos de Dios para cada sexo si el género es fluido y se mueve en un espectro? Si podemos decidir el nivel de masculinidad o feminidad que sentimos, ignoramos la distinción dada por Dios entre los sexos y caminamos en desobediencia a los mandamientos que Dios nos ha dado como varones y mujeres.

Las mujeres y los hombres solteros son iguales pero distintos en sus roles, cada uno fue creado específicamente hombre o mujer, pero capaz de enfocarse enteramente en su caminar con Dios (1 Corintios 7:7-832-35). Hemos sido creados como una “obra maravillosa y temerosa” (Salmo 139:14), y Dios nos ha creado a cada uno de nosotros con un sexo que Él quiere usar para su gloria.

 

Estereotipos culturales

Contrariamente a lo que piensan los escritores de National Geographic, debemos “aferrarnos a la rígida caracterización de hombres y mujeres” porque no tenemos la autoridad para redefinir lo que Dios ha creado.

Ahora bien, esto no significa que debemos aferrarnos a las caracterizaciones culturales de hombres y mujeres que no aparecen en las Escrituras. A lo largo de la historia, las sociedades han impuesto normas a hombres y mujeres y las han tratado como doctrinas inmutables cuando, en realidad, son construcciones artificiales.

Antes de decir que los niños no pueden tejer o que las niñas no pueden practicar deportes, necesitamos recurrir a la Biblia para ver si nuestras caracterizaciones de hombres y mujeres se encuentran en la Biblia o simplemente se basan en las opiniones del hombre.

¿Tendrán algunas personas una lucha (en esta vida) real, y quizá sin fin, con su género? Sí, porque el pecado lo ha corrompido todo. Romanos 7:1522-24 da una idea de la dificultad de vivir en este mundo hasta que Cristo regrese para redimirnos de “este cuerpo de muerte”.

Pero la respuesta a esta lucha muy real es no ignorar la Palabra de Dios y no vivir cualquier camino que escojamos. Esto conduce a la muerte (Proverbios 14:12), no a la vida ni a la libertad. La respuesta es someterse a Cristo y, por el poder del Espíritu Santo, matar al viejo hombre con sus deseos y revestirse de justicia (Romanos 6:13).

Como creyentes, no estamos a merced de nuestros sentimientos o deseos (versículo 12). Hemos sido liberados de la esclavitud del pecado (versículo 14) y hemos sido levantados para caminar en una nueva vida (versículo 4). Ese es el poder del Evangelio que cada hombre, mujer, niño y niña necesita oír.

 

Hablar de género

National Geographic ofreció a los padres asesoramiento sobre cómo responder a los niños que están cuestionando su sexo. Su consejo era afirmar los sentimientos y deseos de sus hijos. Como padres cristianos, somos llamados a “educar a un niño en el camino que debe seguir” (Proverbios 22:6) y “educarlos en disciplina y amonestación del Señor” (Efesios 6:4). Esto significa que no podemos aceptar la sabiduría convencional cuando se trata de abordar temas que son cruciales, como cuando los niños cuestionan su sexo. Entonces, ¿cómo deben responder los creyentes? ¡Con la verdad de Dios!

No todo lo que dijo National Geographic está errado. De hecho, hay varias cosas útiles que, con algunas adiciones y modificaciones, pueden ser convertidas en consejos de crianza para padres:

·         Anime a sus hijos en sus habilidades y talentos, incluso si no coinciden con los roles de sexo percibidos por la sociedad, siempre y cuando esos deseos estén en consonancia con la Palabra de Dios. A algunas chicas les encantan las computadoras, y algunos chicos disfrutan de hornear. Anime a los niños a servir al Señor a través de sus talentos únicos.

·         Haga de su hogar un refugio de seguridad, amor incondicional, aceptación, pero también verdad. Nuestro trabajo como padres no es solo amar a nuestros hijos sino guiarlos en la verdad para que puedan crecer y ser adultos piadosos. Esto implica corregirlos cariñosamente cuando su pensamiento, especialmente con respecto a algo que no entienden completamente (como el género), difiere de la Palabra de Dios (Proverbios 22:15a1 Corintios 13:11). Enséñeles lo que dice la Escritura acerca del sexo, la masculinidad y la femineidad. No necesitan tropezar en la vida tratando de averiguar lo que significa ser un hombre o una mujer. Parte de nuestro trabajo como padres es guiarlos hacia la humanidad bíblica y piadosa.

·         Hable abiertamente (y en la edad apropiada) a sus adolescentes acerca de la sexualidad y no “evite discutir sus [creencias] y [sus] razones para ellos”. Nos guste o no, nuestros jóvenes están expuestos a la sexualidad desde temprana edad. ¡No deje que sus primeras lecciones sobre la sexualidad sean dadas por una cultura impía de pensamiento de ‘no pasa nada’! Sea deliberado para abrir la Palabra de Dios, de una manera apropiada para la edad de sus hijos, y enséñeles lo que Dios dice acerca de la sexualidad. La Biblia no se aleja de ella, ¡y los padres tampoco deberían!

 

Fundamento firme

En toda la confusión sobre el género y la sexualidad en nuestra cultura, podemos hablar con autoridad porque tenemos la Palabra de Dios. A medida que la cultura cambia y las generaciones pasan, no hemos sido dejados solos para cuestionarnos sobre cómo debemos vivir como hombres y mujeres. Cuando nuestro pensamiento comienza con las Escrituras como nuestro fundamento, encontramos las respuestas.

 

(*) Tomado de www.answersingenesis.org