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Acto de amor: su amigo le donará el riñón que espera hace 16 años

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Sonia (31) lo necesita para tener una vida normal y como no encontró donante consanguíneo, Ariel (36) le ofreció uno de sus riñones. Aunque la ley no lo permite, un fallo judicial lo autorizó. Así, ella está mas cerca de operarse.

La sanrafaelina Sonia Laurencio tiene 31 años y desde pequeña padece problemas renales. Con el embarazo de su hija (hoy de 12 años) su estado de salud empeoró y tuvo que comenzar a recibir diálisis todas las semanas, hasta que los médicos determinaron que necesitaba un trasplante.

Ahora, un fallo judicial le permitirá recibir -si lo aprueba el Incucai (Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante) – el riñón de Ariel Villafañe (36), un amigo que decidió brindarle un acto de amor para que pueda mejorar su calidad de vida.

En lista de espera

En 2001, Sonia entró en lista de espera de donante cadavérico porque no encontró donante parental dispuesto a donar o que fuese compatible. En este punto vale aclarar que la ley 24.193 de trasplante de órganos y materiales anatómicos sostiene en su artículo 15 que para donar es preciso ser pariente consanguíneo hasta cuarto grado, cónyuge o tener una convivencia como tal mínima de tres años.

Pese a esta salvedad marcada por la ley, una amiga, en 2012, le ofreció su riñón pero lamentablemente no tuvo compatibilidad sanguínea. “Me hice muy amiga de Vanesa, porque cuando me separé ella también estaba pasando por un momento similar”, contó Sonia, quien antes de jubilarse por su discapacidad trabajaba en un supermercado.

En la fiesta de 15 años de la hija de Vanesa pudo conocer al hermano de ella, Ariel, que hoy tiene 36 años y es el otro protagonista de esta historia.

“Él me ofreció ser donante porque como la madre de ambos vive hace tiempo sin un riñón, él está acostumbrado y sabe los riesgos y la forma en que una persona puede vivir en esta situación”, dijo Sonia, quien de todas formas en ese momento no quiso aceptar la generosa donación.

Pasado el tiempo, Ariel y Sonia se hicieron amigos, ella no encontró solución y él insistió con su propuesta hasta convencerla. Por esta razón, decidieron pedir autorización en la Justicia para exceptuarlos del artículo 15 de la mencionada ley.

Ante la presentación que hizo un estudio de abogados, la Justicia mendocina consideró que la necesidad de ella es real y que él no tiene fin comercial alguno sino que lo rigen valores de altruismo, solidaridad y generosidad; además,  por supuesto, de que no corre peligro alguno su salud.

Este fallo además se apoya en el artículo 19 de la Constitución Nacional, que explica que el acto de donar un órgano a otro ser, sea familiar o no, amigo o desconocido, es el más grande acto de amor y compete a la privacidad de los hombres, por lo tanto, está exento de la autoridad de los magistrados. Así y aunque la ley de órganos lo prohíbe, Sonia Laurencio tendrá una oportunidad más.

“Uno tiene esperanzas todo el tiempo pero constantemente estás esperando el llamado en el que te avisan de una donación. Con el fallo ahora estamos más cerca, pero tenemos que esperar”, remarcó Sonia, quien debe preparar tortas “porque no alcanza el sueldo de un jubilado”, como dice, para el cotillón de su madre.

Altruista

Para ser donante, Ariel se ha reunido en varias oportunidades con los especialistas dedicados a los trasplantes, para saber los pros y los contras de una operación así y de lo que sigue después de ella.

“Desde que la conocí nos hicimos muy buenos amigos. Ella es una gran persona y cuando me enteré de la posibilidad de ser un donante no lo dudé. Sé que se puede vivir tranquilamente con un riñón y espero que salga todo favorable”, dijo.

Sabe que su vida va a cambiar pero admite que las cosas “prohibidas” que vendrán en caso de que la donación prospere no son sacrificios.

“No podré hacer deportes extremos o tomar alcohol, pero voy a estar bien. Si todo sale como esperamos, ambos tendremos una vida normal”, reflejó.

Ariel dijo que la decisión que tomó también fue por su hija de 5 años, porque espera que si un día está en una situación similar -aunque espera que no- le gustaría que alguien la ayude de la misma forma. “Mis amigos me felicitan y me apoyan. Espero que todo salga bien”, resalta confiado.

Esperanza

Sonia ya tiene un elemento importante para continuar en su camino a la recuperación de su salud, ya que podrá hacerse los estudios genéticos de histocompatibilidad. Ahora tiene que presentar el caso en el Incucai, el organismo nacional responsable de dar el visto bueno para que se haga el trasplante.

Esta institución actúa en las provincias argentinas junto a 24 organismos jurisdiccionales de ablación e implante, con el fin de brindar a la población un acceso trasparente y equitativo al trasplante.

“Se que ellos siempre se han amparado en la ley de donaciones, y tratan de apoyarse en eso para rechazar casos de personas que podrían recibir donaciones de un amigo, como en mi caso. Por ahora estamos autorizados para hacernos los estudios y ver si efectivamente se puede realizar la operación”, terminó la mujer.

¿Por qué lo prohíbe la ley?

Según explicó el abogado de Sonia, Marcos González Landa, el espíritu de la ley es prohibir los trasplantes en el caso de que no se trate de pariente consanguíneo hasta cuarto grado, cónyuge o tener una convivencia como tal mínima de tres años.

Esto es así porque se intenta evitar el tráfico de órganos o bien, que una persona “simule” una relación de amistad y que de trasfondo haya intereses económicos de por medio. Por ejemplo, que una persona con muchas deudas o necesitada de dinero venda uno de sus órganos a cambio de una suma importante.

“Ante estos casos los jueces son muy minuciosos en dar resolución a estos pedidos, que deben estar bien comprobados. En el caso del amparo que presentamos nosotros, la jueza debió realizar entrevistas individuales, realizando preguntas y analizando sus coincidencias. También observar si la devolución era con naturalidad”, explicó González Landa.

El letrado además aseguró que es común que se adjunten fotos para dar cuenta de la existencia de una amistad prolongada entre ambas partes.

“A pesar de que no demoró tanto tiempo el fallo, debimos demostrar que la amistad entre ellos fue espontánea y natural. Hubo muchos casos en donde el pedido fue rechazado porque una persona a lo largo de dos o tres meses caía con personas diferentes, entonces el juez comienza a sospechar”, cerró el abogado.