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Capacitación laboral en una Unidad Penal

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Huellas de Esperanza

Cáritas Bahía Blanca

A partir de un convenio entre Cáritas Bahía Blanca y el Centro de Formación Profesional 401, internos de la Unidad Penal Nº 4 de Villa Floresta elaboran alpargatas que se comercializan a través del Corredor Productivo y Cultural de la Economía Solidaria, un espacio que reúne a organizaciones que trabajan por esta “otra Economía” y que pone en el centro a la persona, su cultura y sus saberes. La compra de insumos, como las hormas y parte de la materia prima para comenzar el proyecto fue financiada con fondos de Cáritas Argentina en el marco del trabajo que Cáritas Bahía Blanca desarrolla desde su Área de Economía Solidaria.

«Hoy estamos con una pequeña producción, haciendo una calificación del personal que va a estar a cargo de la confección de los moldes», describe Andrés Contreras, regente del Anexo del CFP 401 que funciona en el Penal. Asimismo, “los canales de venta, por el momento, son dos -explica Marina Huentenao, directora de Cáritas Bahía Blanca-, el Local de Comercio Justo ‘Reloj de Arena’ que funciona en nuestra sede de Cáritas y también, una vez al mes, en la Feria del Lago de Parque de Mayo”.

El proyecto comenzó a tomar forma en 2012, “en una instancia de capacitación interna institucional, -recuerda Marina-, cuando Andrés vino a contarnos cómo era trabajar desde la lógica de creer en el otro, más allá del contexto donde el otro se encuentre. Nosotros ya habíamos trabajado años atrás con Pastoral Carcelaria y, al conocer el compromiso personal de Andrés con el Penal, surgió la idea de generar un proyecto a través del Área de Economía Solidaria”.

El siguiente paso fue visitar el Penal. La primera dificultad que advirtió el equipo de Cáritas fueron los pocos recursos que había para la compra de materias primas necesarias para los cursos de capacitación. “Como nosotros tenemos la práctica de trabajar con emprendimientos productivos y la compra comunitaria es parte de las líneas que trabajamos, nos pareció interesante poder aportar con un proyecto pensado desde esa necesidad concreta del Penal”, agrega Marina. Cabe destacar que, además de la elaboración de calzado, el Anexo del CFP también brinda talleres de serigrafía, peluquería, metalmecánica, carpintería y panadería.

Lo esencial: cambiar la mirada

“La primera vez que entré al Penal solo vi paredes grises, húmedas, sin ventanas; es un lugar muy, muy feo para estar, -describe Marina-, pero con el paso de los meses, fui cambiando la mirada: empezás a ver todo lo positivo que se va creando ahí adentro y el espacio físico pasa a ser una anécdota”. Entrar en diálogo con quienes se encuentran en situación de encierro, conocer sus nombres y sus historias de vida es transformador para ambas partes: “nos vinculamos desde el ser persona y, cuando alguien confía en vos, te está mostrando que hay una proyección, alguien está mirando no sólo lo que hiciste en el pasado, sino todo lo que queda por hacer en el futuro, es muy valioso el vínculo que se genera”, reflexiona Marina.

Del mismo modo, “para nosotros, como agentes de pastoral, es un aprendizaje constante poder meternos en otra realidad tan diferente a la nuestra”, enfatiza Marina y reconoce su propio cambio personal: “me ayudó a sacarme muchos prejuicios, a poder sentarme hoy en una mesa a pensar líneas institucionales con otro conocimiento de esa realidad, porque en cada visita que hacés al Penal, entrar y salir te va trabajando mucho interiormente”.

Crecer, pensando en el futuro

Una vez superada la etapa de formación, el objetivo es articular la tarea con los cursos de serigrafía y estampado para generar diseños personalizados. «De todas formas, ya son de diseño porque se trabaja con distintas telas y no se trata de alpargatas comunes”, advierte Andrés y añade que “a medida que se vaya haciendo una pequeña cadena de producción e incorporando mayor cantidad de internos vamos a tener un grupo un poco más grande; la idea es ofrecer un producto de diseño, confiable y duradero”.

Si bien en la capacitación se trabaja con modelos para todos los talles, los números que se comercializan actualmente van del 37 al 44. A medida que la escala de producción aumente y genere un ingreso constante, el dinero recaudado será administrado por Cáritas y se destinará un 60 por ciento a la reinversión en materia prima y el resto se depositará en las cuentas de los internos. “Como Cáritas, también somos vínculo para que el fruto de su trabajo llegue a las familias”, finaliza Marina. En este sentido, si alguna Cáritas o institución está interesada en adquirir alpargatas en cantidad (20, 30 o 50 pares, por ejemplo), pueden escribir al correo electrónico de Cáritas Bahía Blanca: bahiablanca@caritas.org.ar.