Inicio Nacionales Pase Sanitario: ¿herramienta de control social que avasalla la Libertad Religiosa?

Pase Sanitario: ¿herramienta de control social que avasalla la Libertad Religiosa?

243
0

La implementación del pase sanitario parece ser más una cuestión de control a las libertades y política, que una cuestión sanitaria

¿Se vulnera la Libertad Religiosa en Argentina?… Esta es una pregunta que hace tiempo viene rodando en mi país. La obligatoriedad de cumplir con “derechos” de terceros por sobre los propios, que van contra los principios bíblicos es una amenaza constante. En estos días se discute fuertemente la posibilidad de implementación de un pase sanitario debido al Covid y aquellas personas que no han querido inocularse.

Desde diversas fuentes de gobierno se deslizan mensajes confusos, algo que lamentablemente es normal sobre todo con un gobierno que no encontró una vía sanitaria efectiva, aún cuando el propio Presidente Alberto Fernández había asegurado que prefería “10% más de pobres que 40k muertos”, hoy lleva 117k. Entre estos mensajes el gobernador de la provincia de Buenos Aires, la más grande y la más densamente poblada del país, dijo en un discurso la semana pasada que se implementaría un pase sanitario para, entre otras actividades llamadas “masivas”, las actividades religiosas. Lo cual hizo que surgieran innumerables quejas de los feligreses de diferentes confesiones religiosas. Las organizaciones que nuclean iglesias y representan comunidades de fe fuertes en Argentina como la Iglesia Católica, la Comunidad Judía o la Iglesia Evangélica / Protestante aún no se han expedido. Es que todo es sólo una habladuría en un discurso político. No ha sido confirmado en el Boletín Oficial de la Nación, ni ha habido una resolución ni nacional ni provincial hasta el momento. Al menos no en Buenos Aires. Lo que hace suponer que no hubo una queja contundente de dichas organizaciones debido a que no fueron oficializados los dichos del gobernador Axel Kicillof.

Las provincias de Tucumán y Salta fueron las primeras en las que el pase sanitario entró en vigencia y “allí ya se evidenció un notable incremento en la cantidad de personas que se presentaron en los centros de vacunación”, según datos del gobierno nacional. Mientras que las provincias de Buenos Aires y de Santa Fe anunciaron que se pondrá en vigencia desde el 21 de diciembre. Hoy, jueves 9 de diciembre, la vocero presidencial Gabriela Cerrutti dijo que “el pase sanitario se va a implementar a nivel nacional y lo estaremos anunciando a mediados de la semana que viene”.

La discusión de si vacunas sí o vacunas no, trasciende entre minorías que no se han inoculado. Y la implementación del pase sanitario parece ser más una cuestión de control a las libertades y política, que una cuestión sanitaria. Dado que el mismo gobierno asegura que el país atraviesa «una situación sanitaria de cautela y control porque el 80% de la población ya tiene las dos dosis» de vacunas contra el coronavirus y muchos obtuvieron ya la tercera dosis de refuerzo.

Pero desde la oficialización del matrimonio gay, la aprobación del aborto legal y ahora la obligatoriedad encubierta de la vacunación contra el Covid (vacuna que no protege de contraer o infectar a otro, sino que solo atenúa los síntomas y ayuda a evitar hospitalizaciones o muertes prematuras) van construyendo un atentado contra la libertad religiosa que ya se ha visto avasallada por la titular del INADI (Instituto Nacional contra la Discriminación), Victoria Donda, quién cuestionó a la ex diputada nacional Cynthia Hotton por su fe religiosa en un programa de TV en plena discusión por la legalización del aborto, entre otros hechos similares.

La libertad religiosa: derecho y deber

Quiero retomar el artículo de Pedro Tarquis en Protestante Digital titulado: La libertad religiosa: derecho y deber. Allí Pedro hace una descripción impecable donde destaca el artículo 18 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y dice: “Sin duda esto supone de forma harto evidente que no debería existir ningún obstáculo para ejercerla en cualquier ámbito. Sin embargo, este derecho es no sólo obstaculizado, sino a menudo perseguido en nuestra sociedad democrática y occidental cuando atenta contra la monolítica religión laicista, que expulsa de la vida pública toda expresión ideológica contraria a sus dogmas exclusivistas que no admiten crítica u alternativa.”.

Lo que con brillante brío desarrolla Tarquis como una problemática en España, yo lo puedo ver en Argentina con unos pasos por detrás a la madre patria. Y aún en Latinoamérica. Es que Pedro dice algo vital: “Las nuevas leyes en España introducen la posibilidad clara de penalizaciones económicas e incluso la cárcel por el simple hecho de que unos padres enseñen una cosmovisión cristiana a sus hijos oponiéndose a la educación sexual imperante. O a un pastor que de consejo espiritual a quien le solicita ayuda ante sentimientos de atracción al mismo sexo. Incluso en países como Finlandia, Alemania o Reino Unido se ha enjuiciado a políticos y pastores de fe protestante por compartir textos bíblicos que exponen las creencias “de toda la vida” sobre la ética sexual y el matrimonio en la cosmovisión cristiana. Y hacia eso vamos, o al menos intentan ir las autoridades argentinas.

Quiero quedarme con esta reflexión de mi colega periodista y además médico, Pedro Tarquis: “No creo que siempre haya que pelear todas las batallas, pero quien siempre rehúye la confrontación en realidad está dejando que el adversario ocupe su tierra; y con ellas sus libertades, sus familias y su derecho a la libertad que queda cada vez más arrinconada para llegar a ser nada en un rincón.” No pretendo que frente al vuelo de una mosca reaccionemos pero sí entendamos que cuando no reaccionamos dejamos libre nuestro lugar. La cautela es necesaria y hay que ir contra hechos concretos, contundentes, sean visibles o no. La agenda pro muerte está desatada en el planeta entero y la ideología secularista está algunos pasos más allá de nosotros.

La libertad religiosa para un cristiano no es sólo un derecho, sino un deber inexcusable… No nos limitemos a leer con empatía los sufrimientos de nuestros hermanos en la fe por su defensa de las libertades. Compartamos su lucha en el lugar donde Dios nos ha puesto, aquí y ahora.”, concluye Tarquis. Y en ese deber necesitamos, no sólo ver que el enemigo nos asedia sino también que hemos de presentar batalla. No a la discriminación impuesta por el Estado entre las personas que comparten la misma fe.