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‘La decisión del voto es personal y a conciencia’

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En una reflexión personal y pastoral de cara al balotaje del 19 de noviembre, el obispo de San Francisco recordó: «Ni el Papa, ni tu obispo, tu párroco o tu cura amigo pueden decirte a quién votar».

El obispo de San Francisco, monseñor Sergio Buenanueva, publicó una reflexión personal y pastoral sobre la decisión del voto en el balotaje presidencial del 19 de noviembre próximo entre Sergio Massa y Javier Milei.

“La responsabilidad ética del voto, cada uno de nosotros la ejerce como un discernimiento prudencial en una situación concreta, como es el caso actual del balotaje en la Argentina”, recordó.

El obispo consideró que “las dos propuestas en danza, por diversas razones, presentan a la conciencia cristiana formada graves perplejidades que no se pueden minimizar”, pero advirtió: “Ni el Papa, ni tu obispo, ni tu párroco o tu cura amigo pueden decirte a quién votar”. 

“A lo sumo podrán compartir con vos los criterios que surgen de la doctrina católica para orientar una decisión que, hoy por hoy y a todos, nos está resultando muy difícil de tomar”, planteó.

“Incluso si esa opción es el voto impugnado o en blanco, legítima expresión del compromiso de un ciudadano con el bien común de su país”, completó.

Texto de la reflexión
En el pasado, y también en situaciones juzgadas extremas, el Papa o los obispos señalaron a los fieles católicos laicos que determinadas propuestas políticas no podían ser acompañadas con el voto. Incluso amenazando con penas canónicas severas.

Incluso hoy, no resulta extraño que alguna persona consulte a su párroco, al cura de confianza o también al obispo a quien votar.

La Iglesia, con sabiduría pastoral, hoy prefiere orientar la conciencia ofreciendo a los fieles católicos una serie de principios, criterios y enseñanzas que ayuden a cada uno a tomar una decisión prudencial.

Ese es el camino de la libertad que respeta la dignidad de la persona humana como tal. Ese es también el fundamento del sistema democrático.

Para ello, acudimos a la rica (y lamentablemente también desconocida) enseñanza social de la Iglesia: ese cuerpo de doctrina que se ha ido formando desde que el papa León XIII publicara «Rerum novarum» hasta «Laudate deum» de Francisco. Una enseñanza que, por tener como materia una realidad altamente contingente, ha ido creciendo en el tiempo, discerniendo lo sustancial de lo accidental o epocal.

Oportunamente, el papa Benedicto XVI señaló cuatro verdades, principios o valores que, según su fundado parecer, son «no negociables» para un católico que quiere vivir su fe en el espacio público.

Así los formuló en la exhortación «Sacramentum caritatis» 83: «el respeto y la defensa de la vida humana, desde su concepción hasta su fin natural, la familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer, la libertad de educación de los hijos y la promoción del bien común en todas sus formas.»

Dos precisiones al respecto. En primer lugar, es necesario señalar que, algunos cristianos de buena voluntad suelen concentrarse en la cuestión del aborto y la familia, sin prestar atención suficiente al cuarto que se refiere a la promoción del bien común. En segundo lugar, esta enumeración no es exhaustiva, como muchos han señalado. Se podría agregar, por ejemplo, la opción preferencial por los pobres o el cuidado de la casa común.

Lo cierto es que, la responsabilidad ética del voto, cada uno de nosotros la ejerce como un discernimiento prudencial en una situación concreta, como es el caso actual del balotaje en Argentina.

Las dos propuestas en danza, por diversas razones, presentan a la conciencia cristiana formada graves perplejidades que no se pueden minimizar.

En síntesis: ni el Papa, ni tu obispo, ni tu párroco o tu cura amigo pueden decirte a quién votar. A lo sumo podrán compartir con vos los criterios que surgen de la doctrina católica para orientar una decisión que, hoy por hoy y a todos, nos está resultando muy difícil de tomar. Incluso si esa opción es el voto impugnado o en blanco, legítima expresión del compromiso de un ciudadano con el bien común de su país.

fuente : AICA