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La opción de un joven del barrio más peligroso de Venezuela por servir a otros jóvenes como salesiano

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La Dolorita es un barrio de Caracas tristemente famoso por la delincuencia. Todos los días registra episodios de robos, violencia, secuestros… Pero a pesar de las dificultades y la grave crisis que sufre el país en los últimos años, algunos niños y adolescentes encuentran en esa zona amistades y entornos que contribuyen a su maduración y los convierten en honrados ciudadanos y buenos cristianos. Es el caso de Pedro, nacido en 1992, y que creció en el seno de una familia numerosa y unida, llena de alegría y de presencia de Dios a pesar de las dificultades.

La parroquia del barrio, construida en los años 80, está dedicada a Nuestra Señora de los Dolores porque la tradición recuerda la visión de la Virgen de Los Dolores en el río Guaire. “De niño participé con mi madre en las procesiones y actividades religiosas en mi barrio”, recuerda Pedro con cariño.

“Después de la Primera Comunión, a los 10 años, y la confirmación a los 16, me encontré con grupo de jóvenes que estaba celebrando la Navidad en las calles acompañados del salesiano Wilfredo Rodríguez. Me gustó y quise participar en las misiones de Semana Santa al año siguiente. Fue providencial y empecé a sentir la vocación de estar con el Señor y seguirlo más de cerca”.

Los Salesianos acompañaron a Pedro en su proceso vocacional. El discernimiento lo vivió cuando estaba en la Escuela Agrícola Salesiana de Barinas, donde, gracias a una segunda figura clave, Roberth Gómez, conoció el carisma de Don Bosco. “He profundizado la dimensión misionera salesiana, con la opción fundamental de servir a los jóvenes más pobres”.

El camino salesiano de Pedro comienza en el instituto  y lo lleva al prenoviciado Felipe Rinaldi, posteriormente a la comunidad San Fernando de Atabapo en la Amazonía venezolana, donde se encuentra con el padre Darwin Vásquez y se convierte en su tercer maestro.

En el noviciado Sagrado Corazón de Jesús conoce y profundiza las Constituciones Salesianas. “Me siento privilegiado y agradecido a Dios por la gran misericordia y el amor que ha tenido durante toda mi vida”, manifiesta Pedro. “Además de mis miedos e inseguridades, quiero responder con un ‘sí’ al proyecto de amor que Dios tiene para mí”.

Un proyecto que llevará a Pedro, después del posnoviciado, a la obra Los Teques para cuidar de las nuevas generaciones del barrio de La Dolorita. Su testimonio será importante para ayudar a los jóvenes a vivir en un lugar donde la violencia parece haber tomado el control, combinándose peligrosamente con la degradación social y moral.